El jefe del Servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas, Javier Tapia, asegura que "la educación autoritaria genera una baja autoestima en el niño". Tapia hizo estas declaraciones durante su ponencia en las jornadas de ayer, titulada Síndrome del niño maltratado.

"El síndrome del niño maltratado se percibe e a través del déficit de autoestima, de habilidades sociales, de lenguaje, de coordinación, y no porque el niño no sea inteligente, sino porque no le han dejado ser inteligente, porque ha tenido una presión, un cilindro de plomo que le ha estado presionando y le ha estado diciendo que no vale para nada", señaló el experto.

Según Tapia, desde el punto de vista emocional, hay una serie de trastornos como la apatía y la falta de iniciativa, que vienen dadas por la autoridad excesiva de un superyo tiránico de un padre, que trata de imponer una conducta sin un razonamiento adecuado que pueda entender el menor. "La formación de reglas viene derivada de la vida en comunidad", señaló. "Y en la educación hay principios éticos que si se imponen de forma autoritaria van a ejercer en el niño ese sentimiento de tristeza y a influir en su desarrollo social e intelectual futuro de forma evidente".

Por este motivo, cuando hay un equilibrio entre el principio de placer y el ético es cuando se da una personalidad adecuada. "El psicópata es un individuo antisocial porque sólo está centrado en sí mismo, y los malos tratos de la infancia pueden llevar a conductas de culpa y generar esos cuadros depresivos y un déficit funcional de la inteligencia que, si se le trata adecuadamente, puede recuperarse", añadió.

Tapia subrayó que la muerte de un niño es una muerte volenta, independientemente de que tenga una enfermedad, y las características del síndrome del niño maltratado "son lesiones múltiples y en diferentes estados de evolución, porque el maltrato suele ser crónico". El experto recordó, además, que los peritos de la medicina forense son como notarios de la realidad, "ya que tenemos que ser objetivos al hacer nuestros informes".

Por su parte, la doctora en Derecho por la Universidad de Las Palmas, Emilia María Santana Ramos, subrayó que la nueva fenomenología de la criminalidad requiere planteamientos diferentes en materia de prevención. "La criminología se enfrenta a nuevos retos", afirmó. "En primer lugar, y por la nueva fenomenología, resulta necesaria la prevención primaria en estos menores, que no es otra cosa que intentar reducir esos estímulos criminógenos que configuran la personalidad del menor o el futuro delincuente". Para la experta, esto se consigue mediante políticas eficaces, aprendidas y preventivas, que en cuanto más minimicen esos estímulos posibilitarán garantizar la personalidad de esos niños o niñas. En su opinión, el delincuente menor tiene su decálogo con respecto a escuela, amigos, entorno, familia, los recursos económicos. "Los menores delincuentes no se mantienen inertes a los cambios económicos sociales y políticos", afirmó. "Por eso nos enfrentamos a un empobrecimiento y esos lleva parejo esos recursos". A su juicio, la familia y la escuela son un gran motor de sociabilización para que el menor conforme su personalidad conforme a valores humanos.