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Teatro

El Tenorio enamora a Vegueta

La nueva representación del clásico de Zorrilla triunfa en la plaza de Santa Ana a pesar de su aplazamiento

Los personajes de Don Juan y Doña Inés en plena acción, ayer, en la plaza de Santa Ana. JOSÉ CARLOS GUERRA

La esperada representación de Don Juan Tenorio en la Plaza de Santa Ana desbloqueó por todo lo alto el hold en que quedó la pasada Noche de Finados, cuando la lluvia empañó los planes previstos para la velada de las ánimas y las castañas. Anoche fueron los versos de Zorrilla los que inundaron el casco histórico de Vegueta ante un público desbordante, porque ya se sabe que los clásicos, en esencia, pueden siempre contra el tiempo.

Así, la Plaza de Santa Ana fue el escenario de la décima representación del histórico Tenorio de Zorrilla, una tradición que, en esta ocasión, envolvió la post Noche de Finados en las atmósferas de ultratumba del siglo XIX y congeló los relojes durante 90 minutos. Y aunque cada representación orbita alrededor de la misma trama, el viaje es siempre distinto en cada nuevo calendario. La nueva revisión del clásico de Zorrilla corrió esta vez a cargo de Arteamos Producciones, con un despliegue de dos escenarios enlazados por medio de una pasarela y emplazados al este y oeste de la Plaza de Santa Ana, frente a las fachadas de la Catedral y las Casas Consistoriales.

Las campanadas anunciaron el comienzo del espectáculo hacia las 21.00 horas, cuando el verso inaugural de Don Juan restalló en medio de la plaza: "¡Cuán gritan esos malditos! / ¡Pero mal rayo me parta / si en concluyendo la carta / no pagan caros sus gritos!".

Como protagonistas, José Luis Rubio en la piel del rebelde sin causa de Zorrilla, Don Juan, el galán que rebautizó a todos los seductores con su mito; y Naira Gómez repite, un año más, como Doña Inés de Ulloa, el ángel que salva a Don Juan del infierno y de sí mismo. En ambos extremos de la plaza, el Trío Ensemble Follies del Sur y las voces del Coro Schola Cantorum de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria arropaban con un repertorio renacentista la explanada de la plaza, en la que el público giraba 360 grados para seguir el eco del Tenorio. Y a Don Luis, Don Gonzalo, Butarelli, Ciutti, Pascual, Brígida, Avellaneda, la Abadesa, Centella y al resto de personajes de la obra teatral más emblemática del romanticismo español, donde los muertos y los vivos se enfrentan y se rinden, al final, ante el poder redentor del amor. "La verdadera desgracia es no amar", escribió Albert Camus; y esta cita sobrevoló la plaza a través de los altavoces para dar paso al acto primero, en el que Don Juan y Don Luis sellan su consabida apuesta en la Hostería del Laurel, que regenta Buttarelli.

Pero mucho antes de la música inaugural de las campanadas, el público ya abarrotaba el casco capitalino y, a medida que caía la noche, se agolpaba alrededor de los escenarios y en los laterales de Santa Ana. A pesar del aplazamiento del espectáculo anunciado ayer por el Ayuntamiento de Las Palmas, la zona de Triana-Vegueta revivía de éxito en la Noche de Finados bis, en la que sí hubo castañas asadas y en la que todos los caminos conducían al Tenorio.

Un año más, desde su apartada orilla, el montaje de Zorrilla atrajo a un variadísimo público de todas las edades, que se embarcaba, descolgaba y reenganchaba al espectáculo en el transcurso de su acción. La apuesta de esta producción artística, que se alzó como ganadora del concurso convocado por Ayuntamiento capitalino, era clara: "Una vuelta a los orígenes, al clásico más clásico; pero enteramente festiva, carnavalera y canariona". Así la definió en sus preámbulos el director del montaje, Jorge Reyes, quien consiguió con esta ecuación -a la que se suman el mérito del elenco, la cuidada escenografía de Carlos Santos y el poder de la palabra de Zorrilla- que los versos calasen en el más heterogéneo de los públicos. Y un año más, el clásico que escribió Zorrilla hace 171 años sigue enamorando en pleno siglo XXI pues, como dice Avellaneda: "No hay como Tenorio / otro hombre sobre la tierra".

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