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Entrevista.

Francisco Suárez: "El sector servicios generó cambios estructurales en la costa noroeste"

"El carisma luchador siempre ha acompañado a los aldeanos a lo largo de la historia", afirma el cronista oficial de La Aldea de San Nicolás

Francisco Suárez, cronista oficial de La Aldea de San Nicolás de Tolentino. S. C.

¿Cómo han evolucionando las costumbres en la costa noroeste de Gran Canaria?

El sector pesquero de este litoral ha perdido en los últimos años la fuerza que tenía mientras que el turismo de masas y la preponderancia del sector servicios han generado cambios estructurales en esta costa. El uso abusivo de recursos al que ha estado sometido el litoral canario se ha traducido en fuertes impactos ambientales, algunos de carácter irreversible. La pesca incontrolada, la descarga de emisarios submarinos con elementos muy contaminantes, vertidos de basuras y escombros, el desarrollo incontrolado de la ocupación urbana del litoral son, entre otros, los elementos a tener más en cuenta.

¿Aprecia diferencias notables con otras zonas de la Isla?

En tiempos históricos esta zona tuvo unos puertos donde había formas de vida algo distintas a la parte este y muy relacionadas con Tenerife. Los pescadores que vendían el pescado sin saber leer y escribir hacían ventas fiando y se ayudaban de redondeles o piedritas. Este mecanismo es muy similar a lo que se hacía en la isla tinerfeña. Eso se debe a que esta fachada atlántica tuvo siempre unas estrechas relaciones, más incluso que con el resto de la isla. El puerto de Sardina, Juncal y de las Nieves se relacionaba de forma más directa con Güímar o Santa Cruz de Tenerife porque simplemente estaban más cerca.

¿Cuál fue el papel de la mujer en estas labores?

Las mujeres de los barqueros se encargaban de comercializar el pescado por el interior de las poblaciones, con baños a la cabeza a plena voz de "pescado vivito" o "pescado fríe", estampas ya casi desaparecidas. Destaca la nonagenaria de Agaete, Dolores Arbelo, con su burra cargada de pescado por la carretera de La Aldea, llevando a su lado a nietas de corta edad que, con mucho arte, le cantaban el pescado. A pesar de no intervenir en las faenas de pesca, el papel de la mujer del pescador era preponderante y sufrido en la sociedad marinera. Tenía que atender a una familia numerosa, comercializar el pescado por el interior y ayudar en las faenas de varado diario del barquillo y la reparación de las redes. Otro elemento etnográfico a estudiar es el recurso para anunciar la venta del pescado por el interior de la Isla a través del sonido del caracol o bucio.

¿Y resalta algún ataque pirata en el poniente grancanario?

El 23 de diciembre de 1742 cuatro navíos ingleses fondearon en la playa de Veneguera e intentaron penetrar hacia el interior, pero fueron rechazados por la compañía de milicias de La Aldea que también tuvo que hacer frente a otra invasión en su misma playa entre 1743 y 1745. En 1745, el puerto de Las Nieves, situado en Agaete, se solivianta. Una escuadra de cuatro barcos corsarios ingleses pretendió hacer su aguada, siendo rechazada por los milicianos de la comarca, al mando del capitán Juan Acedo Betancort, quien también participó en los citados encuentros.

En el caso concreto de La Aldea, ¿cómo ha podido influir la distancia?

Los tiempos van cambiando y la lejanía, entre comillas, es más cercana. Pero los pueblos y comarcas aisladas siempre han mantenido ciertas peculiaridades en lo que es la etnografía. De hecho, se conservan muchas costumbres como en los distintos tipos de fiestas o en la tradición culinaria. No obstante, cada vez se nota menos.

La carretera siempre está en el punto de mira, ¿no hay una solución definitiva?

En este asunto entra la seguridad de las personas. Todas las vías de montañas son peligrosas y están sometidas a desprendimientos. Tras el que hubo en el Andén Verde, ir a Las Palmas de Gran Canaria se nota mucho más. Nos cansa mucho la hora y media que requiere dar la vuelta a la Isla por no poder ir por el norte. El problema es el dinero, porque parte de los fondos que han venido aquí se han desviado a otros sitios. Esta es una obra cara, pero lo que en un principio parecía que ya iba a llegar desde el año 2000 se ha ido dilatando en el tiempo. Eso es lo que tiene enfadada a la gente. Este miedo que nace de la inseguridad ha pasado mucho últimamente a los medios de comunicación, con lo que la gente ya no viene tanto a La Aldea los fines de semana. Por eso, por ejemplo, los restaurantes que vivían de la llegada de estas personas han dado un bajón tremendo.

La historia señala que los aldeanos siempre se han caracterizado por ser luchadores, ya sea por las tierras, el agua o la carretera, ¿todo cuesta el doble?

En todo los lugares aislados las inversiones son mayores y todo cuesta mucho. La gente de La Aldea ha tenido este carisma a lo largo de la historia. Siempre se les trató como pobrecillos aldeanos, pero esos pobrecillos aldeanos, cuando fueron llevados en el siglo XVIII al penal de Ceuta en medio de las luchas contra el marqués de Villanueva del Prado consiguieron el indulto real y que se iniciara el Pleito de La Aldea. Esos pobrecillos consiguieron que viniera a Canarias en el año 27 el ministro a solucionar el problema. Llegó en barco porque no había carretera y desde el puerto fue al pueblo en camello. Las tierras era de latifundistas y quienes las cultivaba eran todas las familias aldeanas a partido de medias perpetuas. Este fue un pleito largo de 300 años. Los aldeanos lo que querían era que esa renta que pagaban a los latifundistas fuera al Estado o al rey porque consideraban que la propiedad no estaba muy clara en gran parte de la superficie.

¿Qué destaca del patrimonio industrial de La Aldea?

En La Aldea había muchísimos motores para elevar agua y se los están llevando para la chatarra a pesar de que son elementos históricos. El alambique que estaba aquí, y que fue levantado en 1936, entraron hace unos años y se lo llevaron. El patrimonio industrial está muy en peligro. Existen también molinos de gofio que se han recuperado. Había 200 de viento para sacar agua y ahora solo quedan diez. Todos los elementos patrimoniales están en peligro por su desuso, como las cantoneras en el norte de Gran Canaria. Esto conduce al abandono, pero hay que saber quiénes somos y de dónde venimos. Por eso en las escuelas hay que mostrar que existieron y recuperar lo que aún queda.

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