Matilde Asensi está cansada, pero cuando comienza a hablar se emociona con su nuevo libro, El regreso de Catón, ríe a carcajadas y transmite toda la pasión que ha puesto en él. Ottavia Salina, Farag Boswell y Kaspar Glauser-Röist, los principales protagonistas de la primera novela, cobran de nuevo vida para resolver un misterio que arranca en el siglo I de nuestra era.
Han pasado quince años desde la publicación de El último Catón.
La verdad es que ni se me pasaba por la cabeza. Fue en 2012, en la promoción de mi último libro, La conjura de Cortés, cuando me quedé asombradísima viendo en mis redes sociales que la gente me pedía de forma obsesiva una segunda parte del Catón. Se me quedó inoculado ese virus y, cuando me puse de nuevo a escribir, me di cuenta de que a mí también me apetecía hacerlo, aunque me aterraba que saliera mal porque tenía muy metido eso de que las segundas partes nunca fueron buenas...
Pues, al menos por el momento, parece que hizo bien en hacer caso a sus lectores.
¡Sí! En estas primeras semanas desde que fue publicado está en el número uno de la lista de ventas y para mí es una enorme alegría. Ahora estoy un poco más tranquila. Yo me puse a investigar y a escribir y me parecía que este libro podía ser muy interesante y entretenido, pero cuando sale a la calle te entran muchísimos miedos y dudas. Pero estoy feliz porque a la gente le gusta el libro en sí mismo, no por ser la segunda parte del otro.
La Ruta de la Seda, Estambul, Marco Polo, Mongolia, Tierra Santa... En esta nueva aventura, ¿cómo fue el proceso de documentación y creación?
El proceso de documentación, en el que paralelamente voy creando una historia, fue largo, como en el primer libro, de dos años, pero lo he disfrutado enormemente. Luego necesité un año para escribirlo; en esa parte me entra más ansiedad, pero también es un proceso en el que me lo paso muy bien y me río yo misma muchas veces delante del ordenador dando vida a los personajes, haciéndoles sentir...
¿Le gusta viajar a los lugares donde se desarrolla la historia?
Esos escritores románticos que viajaban a los lugares para inspirarse... ahora no lo veo necesario. Y no solo eso, sino que en mi caso no me serviría de mucho porque los lugares de los que hablo, como el Bizancio Imperial, ya no existen o apenas quedan unos restos de lo que era. Es mucho más útil leer las crónicas históricas y las recreaciones que aparecen en la bibliografía, y eso es lo que hago.
¿Cuánto pesa la Historia en este nuevo título?
Yo no soy historiadora pero me he molestado muchísimo en que cada dato que aparece esté constrastado. Soy bastante obsesiva y para asegurar algún hecho me he leído varios libros. Es de las pocas obras de ficción en la que aparecen notas a pie de página y lo hago para que el lector que esté interesado en algún hecho concreto sepa dónde puede ampliarlo. Desde luego no tengo una actitud pedagógica consciente, pero como me enseñaron en la Facultad de Periodismo, me gusta informar, enseñar y entretener.
La atrae el pasado pero también está muy al día en la tecnología.
¡Quiero vivir 100 años y para eso hay que estar a la última! Las redes sociales me atraen mucho pero cuando estoy metida en la escritura de un libro me tengo que desconectar porque perdería mucho tiempo... Eso se lo aviso a mis lectores, saben que les va a responder un Community Manager (C. M.), no les engañamos.
Pues nada, en lugar de mirar tanto al pasado, su próximo libro ¡que sea futurista!
¡Qué va! Cada uno tiene que saber bien para lo que vale y lo mío es el pasado. Pero bueno, hasta el 7 de enero no me siento otra vez a escribir y no tengo ni idea de lo que puede salir y ahora que he escrito la segunda parte he abierto la caja de Pandora. Me parece muy ilusionante no saber lo que voy a hacer y espero ese día 7. Realmente soy una privilegiada porque hago lo que más me gusta en el mundo.
¿Quizás una tercera parte del Catón
¡Yo no digo nada de nada! Ni que sí ni que no, que al final me pillo las manos. Durante estos años que he estado inmersa en el libro voy tomando notas en mi libreta, recortando cosas... pero hasta que me siento tranquila y me pongo a pensar, no sé qué pasará.
¿Y qué lee Matilde Asensi?
Durante el periodo de documentación de un libro me centro solo en las decenas de títulos que necesito para él. Procuro no leer nada de ficción porque, aunque no quieras, siempre se te puede pegar de alguna manera el ritmo del autor que estás leyendo. Pero ahora, durante la promoción, me doy el gusto de leer todo lo que me pida el cuerpo. No me gustan las exigencias; leo simplemente lo que me llama la atención. Soy fan de Juego de tronos, de los libros especialmente, y me leo esos tochos en nada. Y ahora mismo me acabo de leer Médico en Irlanda, de Patrick Taylor, una novela con mucho humor.
¿Así debe ser la lectura, puro disfrute?
Por supuesto. Nadie nos debería imponer nunca lo que debemos leer, como si siguiéramos en la escuela. Yo creo que la lectu- ra tiene que ser para disfrutar y defiendo a muerte que cada uno lea lo que le gusta y quiera en cada momento, exactamente igual que hacemos con el cine o con la música.
