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Entrevista.

Enrique Hernández Reina: "Con las redes sociales estamos todos conectados, pero más solos que la una"

"Ahora todo el mundo se considera enfermo y es el doctor Google el que diagnostica a través de Internet", afirma el jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Insular

Enrique Hernández Reina, ayer, en el salón de actos del Hospital Insular. S. BLANCO

¿De dónde procede el término de psiquiatría líquida?

Es una metáfora de Zygmunt Bauman que define a la modernidad como los tiempos líquidos, ya que antes las cosas estaban bien estructuradas, todo el mundo sabía cual era su lugar, las enfermedades estaban bien claras, pero ahora parece que todo esto se ha diluido. Son tiempos en los que las relaciones son más horizontales en lo político, social y médico. Es más confuso saber si alguien es psicótico o neurótico. Si tiene una enfermedad mental o es un problema de estrés o psicológico.

¿Esto afecta a la relación que existe entre médico y paciente?

Sí, estamos en una sociedad en la que casi todo el mundo se considera un enfermo. Y resulta que el lugar del médico que escucha y es un referente, se ha perdido. Ahora es el doctor Google el que diagnostica. Los pacientes vienen a la consulta ya leídos y sabidos a que les hagas un informe corroborando el diagnóstico de internet. Son tiempos difíciles para la clínica y la relación médico-paciente, porque no reina la confianza que es básica a la hora de establecer un marco terapéutico adecuado.

¿Cómo ve, entonces, la figura del médico actualmente?

Hemos pasado de ser la referencia del saber a unos burócratas que aplicamos una técnica concreta. Ya no hay esa relación familiar que uno tenía con su médico de cabecera al que le contaba un problema. El médico no tiene tiempo para hablar y por eso manda un tac, una resonancia y tapa la boca con la tecnología. Pero vemos a veces que los pacientes tiene necesidad de hablar o ser escuchados.

¿Que le parece el reciente estudio de la OMS sobre la carne?

Un alarmismo. Los transgénicos son malos, los vegetales tienen fertilizantes tóxicos, los abonos contienen nitrógeno. Al final resulta que todo es tóxico. El mundo se ha vuelto hostil. El trastorno por estrés, la crisis por angustia, la depresión, son patologías de la modernidad porque nos sentimos huérfanos. El mal del siglo pasado era el exceso de autoritarismo y la represión que provocaba neurosis y sufrimiento porque no éramos libres y no podíamos disfrutar de las cosas. Ahora se supone que podemos acceder a todo tipo de placeres, pero el nuevo nombre del sufrimiento es este empuje a gozar, el imperativo a que tenemos que disfrutar.

¿Y qué papel tienen las redes sociales en todo esto?

Facebook es una fuente de depresión para mucha gente, porque todos mostramos lo mejor de nosotros mismos. Tú dice que te has ido de viaje, que estás en la playita, que te has reunido con tus amigos, cenita en casa, incluso cuando algo te ha ido mal y estás aburrido pones 'esta tarde, mantita y peli en casa". Luego, la gente que lo lee, se cree que el único que sufre es él. Y hay muchos adolescentes que sufren de no tener un like en su Facebook. Es la nueva soledad. En el mundo de la hiperconexión, estamos más solos que nunca. Los adolescentes se comunican a través de internet, pero han perdido la capacidad de relacionarse.

Algo, además, que es fundamental para una buena salud.

Los humanos somos animales grupales, sociales. Vivimos en grupos, en manadas. No somos lobos solitarios. Y a menudo ser lobos solitario, más que una opción libre, es una huida, el pensar que 'si estoy solo nadie me hará daño'. La tendencia natural del ser humano es agruparse y vivir en comunidad. .

¿Cuál es la receta mágica para conseguir la felicidad?

La receta mágica es que no hay recta mágica. Debe haber un equilibrio entre la libertad y la seguridad, pero existen los desequilibrios de siempre. Esto lo explica muy bien Zygmunt Bauman en El retorno del péndulo. Plantea que vamos oscilando en las sociedades entre dos polo. Está un exceso de seguridad con represión, en la que te dicen lo que tienes que hacer, pero sufres de libertad, y quizás este era el problema de la modernidad, el padre rígido, el colonialismo, la dictadura, pero la gente sabía qué hacer. Y luego está la sociedad actual en la que nos hemos liberado del autoritarismo, pero sufrimos de exceso de libertad. Ahora se pide más seguridad y aplaudimos las medidas en los aeropuertos en las que todo el mundo se somete a unas humillaciones.

¿Cuál es la patología principal que existe actualmente?

El miedo a la crisis, a la inseguridad, la incomunicación, a quedarnos solos. Estos miedos no existían antes cuando las familias eran enormes. Hay crisis de ansiedad, el 'estoy solo y nadie me quiere porque no tengo con quién hablar'. Y sustituimos esta soledad falsamente con las redes sociales, creyendo que tenemos 1.500 amigos. Estamos todos conectamos, pero más solo que la una. Hay una verdadera adicción, gente que se queda encerrada en su universo digital. Pero no creo que Facebook sea la causa, sino la manifestación de todo este fenómeno.

Las jornadas se titulan Psiquiatría en la posmodernidad

Porque estamos intentando ver cuáles eran las patologías en la modernidad, que era la época de la certeza, y compararlas con la nueva época, porque los tiempos han cambiado, y ahora los pacientes son clientes, usuarios o consumidores. Y esto coincide con Bauman de que los consumidores tienen su identidad que se ve en los jóvenes que se identifican con las marcas y el tipo de objeto que consumen.

¿Cuáles serían los 'mal llamados males menores' que se abordan en una de las ponencias?

Los graves serían la esquizofrenia, los trastornos bipolares, la posibilidad de suicidio. Y llevan tratamiento farmacológico. Luego están los males de la vida cotidiana producidos porque me va mal con mi pareja, he perdido el trabajo, me han desahuciado, pero aunque no sea enfermedad, lo cierto es que sí genera un sufrimiento.

¿Cree que la gente no tolera vivir con conflictos?

Sí, y ese es el problema de los jóvenes actualmente. Desde que una relación de pareja entra en conflicto quieren cambiar de pareja. Hoy no te reciclas, rompes una cosa y te compras otra nueva. Por eso decimos que los amores son líquidos. De usar y tirar, aquí te pillo y aquí te mato, y el sábado que viene lo mismo. No existe el compromiso, la durabilidad, somos consumidores de instantes. Es amor líquido porque el otro no existe. Y los seres humano necesitamos del otro, del cariño, la afectividad, que alguien nos escuche.

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