Habían llegado sanos y salvos: ocho funciones y una gira de trece días para acercar la danza contemporánea a todas las Islas y para celebrar la danza que viene, la alternativa, la que aspira a renovar los lenguaje expresivos, la que regala juventud. A esta alturas ya estarán en sus lugares de residencia o de origen: Londres, Lituania, Corea, Taipéi... No creo que la borrasca atlántica que azotó las islas los cogiera por sorpresa, pero durante aquella semana en que los aficionados a la danza contemporánea esperábamos a que volviesen para ver sus coreografías en la sala del Cicca, me los imaginé viajando de una isla a otra en compañía de sus bailarines con Riders on the Storm -el sensual e inquietante tema de los Doors-, como trasfondo musical. A Dam Van Huynh, que me espera junto a otros dos coreógrafos en la bulliciosa cafetería del capitalino Hotel Parque le pareció que la comparación valía para titular un reportaje.

Pero cabrían otras posibilidades, al menos para dar nombre a una función en la que Masdanza reunía a una parte de lo mejor de esta edición. Por ejemplo: "Reír, florecer, partir". Con estas tres palabras podría destacar la redondez de un programa en el que hasta los hallazgos y también las carencias de unos y otros se complementaban, llenando huecos: la invitación a pensar con la interpretación más visceral; la alegría de un payaso con el desasosiego de quien se acerca a una experiencia radicalmente desconocida. Y sobre todo, me serviría para destacar las cualidades que convierten a la danza contemporánea en una escuela de vida en la que todos, profesionales y no profesionales tenemos bastante que aprender. Los tres coreógrafos que ese día presentaban sus creaciones, el vietnamita afincado en Londres Dam Van Huynh, el coreano Jae-young Lee y el taiwanés Po-Cheng Tsai, exploraban experiecias fundamentales de la vida.

Para Dam Van Huynh, la danza contemporánea requiere, además de las cualidades que se suponen en un bailarín, capacidad de interrogación. Este es el motivo que le llevó a elegir a la bailarina lituana Ieva Navickaite para que crease junto a él DEP, una coreografía que tiene, como él mismo, un pie en Oriente y otro en Occidente. "No me concibo como alguien que va diciendo al bailarín qué movimientos tiene que ir aprendiéndose, porque lo que yo deseo es que durante el proeso creativo aparezca la personalidad del bailarín, aquello que lo hace único ". Este coreógrafo sabe de lo que habla. En Estados Unidos, el país que acogió a sus padres -y a él- como refugiados de la guerra de Vietnam tomó contacto por primera vez con la danza. En la primera de las grandes ciudades en que ha transcurrido su vida fue incluido en un programa cuyo objetivo era usar el baile como un medio para alejar a los chicos de la calle. Andando el tiempo, él decidió hacer lo mismo en otra ciudad, Londres, y con una intención semejante. La danza, me explicó aquella mañana, puede ser terapéutica en dos sentidos: "ayudando a los jóvenes a recuperar el contacto con los demás, y permitiéndoles expresarse y descubrir a través del movimiento su propio modo de ser".

DEP se inspira en La muerte del cisne, el famoso solo de danza clásica creado por Michel Fokine para la melodía de Camille Saint-Saëns. Esa es su referencia occidental, aunque ha sido tomada desde una perspectiva asiática. El cisne del solo de Fokine es blanco y este es el color con el que se visten quienes llevan luto en Asia. Cuando Dan Van Huynh fue becado para investigar sobre las tradiciones culturales del sur de Vietnam no dejó de encontrarse con rituales en los que se estrechaba el vínculo con los parientes del más allá. Por esta razón, DEP recrea la agonía del ser humano en el proceso de la muerte.

Desnudez

No hubo horror alguno en la escena esa noche, pero sí un desasosiego que no logré comprender hasta pasada la función. La amiga a la que había invitado a ver las coreografías me habló de sensualidad, de expresividad, de belleza. Sinceramente, yo pensé que DEP no le había gustado. "La desnudez sobre un escenario todavía turba", me dijo ya fuera del teatro. Sí, ni ella ni yo sabíamos a dónde nos iban a llevar Ieva y Dam esa noche, pero, ¿no es eso precisamente lo que sucederá llegado el momento ? En vietnamita, Dep significa belleza.

Po-Cheng Tsai, el coreógrafo taiwanés, había traído dos obras al festival y una de ellas, Floating Flowers, también trataba sobre el más allá. Sentado con una actitud huidiza en uno de los largos sillones verdes de la cafetería del hotel, me explicó que cada uno de nosotros es como esos faroles que flotan en las aguas de su Taiwán natal llevando deseos manuscritos con la confianza de que se realizarán.

Ieva Navickaite me contó que, de todas las experiencias que pudiera atesorar de esta primera gira por Canarias se queda con la visita a la isla de El Hierro, la inesperada neblina que los recibió aquel jueves y después, la cercanía de la gente que se reunió en el Centro Cultural Asábanos para verlos y que permaneció aplaudiendo frente a ellos más de lo esperado".

Yo me quedo con un par de payasos, los protagonista de la coreografía Rest, uno con gesto amargado, y otro más tierno y con mucha presencia escénica. Con esto y con la última mirada de Ieva al patio de butacas antes de desaparecer entre los pliegues del telón.