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Cine 'Spectre'

Un Bond mezclado y agitado

Un Bond mezclado y agitado

La última película del agente 007, Spectre, viene precedida de una innegable expectación al anunciar Daniel Craig que puede ser la última que encarne a James Bond, el personaje creado por Ian Fleming en Casino Royale. Con independencia de quién sea el próximo Bond, el nuevo título de Sam Mendes resulta ser un thriller de larga duración que repasa subrepticiamente toda la saga del agente secreto. Mendes goza de cierta reputación entre la prensa especializada por haber dirigido películas como American Beauty, Camino a la perdición y la que, a mi juicio, es la mejor de las que ha realizado hasta la fecha, Revolutionary Road, basada en la novela homónima de Richard Yates.

Spectre señala el regreso de Mendes al universo Bond después del éxito de la anterior película de la franquicia, Skyfall, y en particular al marco del thriller estilizado que le ha dado sus mayores éxitos en taquilla. La vigésima cuarta aventura cinematográfica del agente con licencia para matar confirma que Mendes es un estilista, pero poco más. Spectre es una película ambiciosa aunque sólo sea por su duración, un poco por debajo de las tres horas. Pero no ofrece a cambio ni un desarrollo ni una catarsis final dignos de esa longitud, a la que, por otra parte, ya estamos acostumbrados en los últimos tiempos.

Es cierto que Spectre corrobora los temas predilectos y las características típicas del personaje concebido por Fleming en 1952 como "una figura neutral, un anónimo y franco instrumento, empuñado por un departamento del Gobierno"; no hace falta describirlo, como haría falta con un personaje real, sin atributos, de un drama realista.

Mendes prefiere centrarse en la espectacularidad de los paisajes, en el lujo de los decorados, que junto con la inverosimilitud son los dos elementos fundamentales de la película.

Está claro que, pese a que las aventuras de James Bond nunca han sido un ejemplo de congruencia, Spectre ofrece más de una sorpresa agradable y su visionado no supone una pérdida de tiempo como las películas de la saga protagonizadas por Pierce Brosnan, un actor que nunca fue de mi devoción. Ahora bien, todo podría resumirse en algo que ya ha sido comentado más arriba: lo que ofrece Spectre en realidad es el más difícil todavía, como se suele decir en el espectáculo circense.

Contra lo que pudiera parecer, no es ningún reproche, pero lo cierto es que la materia prima de este cóctel cinematográfico mezclado y agitado daba para eso y para mucho más.

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