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Cuatro décadas de la muerte de Franco

Los últimos años del dictador

La Marcha Verde, los manejos sucesorios de Carmen Polo y el proceso de Burgos marcaron la agonía de Franco

Don Juan Carlos I, jurando como Rey de España. LP/DLP

Los últimos cinco años del franquismo fueron prácticamente caóticos. Comienzan con la disolución de una manifestación de estudiantes de la Universidad de Madrid por la Policía Armada a caballo con motivo del juicio de Burgos. El nombramiento del príncipe Juan Carlos como sucesor de Franco en la sesión de las Cortes franquistas, celebrada en julio de 1969, también había incidido en ciertos sectores del Régimen. El malestar divide muchas opiniones y emergen continuistas, más moderados, e inmovilistas, que intentan parar todo tipo de reformas. Estos últimos intentaron que el Caudillo sustituyera en la sucesión a Juan Carlos por su primo Alfonso, duque de Cádiz y en aquel momento estimado nieto político del Generalísimo. Desde el interior del Régimen, Carmen Polo y su yerno Cristóbal ya tienen todo hablado y preparado para el momento posterior de la muerte del marido y suegro, respectivamente.

La visita que efectuaron a nuestro país por aquellas fechas Nixon y Kissinger, reforzará la imagen del dictador fuera y dentro de España, e iba a marcar una referencia de máxima tolerancia de democracia. Aquel contacto jugó un papel muy favorable para que no se invirtieran los candidatos. Y aunque dos meses después de la visita el proceso de Burgos terminó condenando a la pena de muerte a seis miembros de ETA, hizo retroceder treinta años la opinión de España en el mundo.

Franco ya se encuentra muy debilitado. Se pudo ver en diciembre de 1974 saludando desde el balcón de la plaza de Oriente de Madrid en la multitudinaria convocatoria organizada por el Bunker del Régimen. La excusa de la manifestación era contestar a las críticas que se multiplicaban por todos los países y a la contestación interior de la oposición democrática. Aquella demostración también intentaba desplazar de los puestos del poder a tecnócratas y continuistas. La imagen de Franco aclamado por la multitud y su deterioro físico, tuvieron su efecto. López Rodó y Carrero Blanco estaban muy preocupados por las críticas internacionales. Franco, en el discurso de aquel fin de año, justificó las protestas mundiales con su fijación persecutoria y dijo: “La paz y el orden de que hemos disfrutado durante más de treinta años han despertado el odio en las potencias que siempre han sido el enemigo de la prosperidad de nuestro pueblo”.

Oposición y críticas

El proceso de Burgos contribuyó a unir a las fuerzas de oposición democrática, pues ampliaron su área de influencia. La Iglesia comenzó a mostrarse crítica y los más aperturistas del franquismo vieron al Régimen como “un barco que se estaba yendo a la deriva”.

En aquella borrasca final franquista la contribución de las movilizaciones obreras y estudiantiles, como ciertas tendencias demócrata cristianas, hasta entonces cercanas al Régimen, se posicionan frente a él, y desde el propio falangismo surgen grupos de oposición. En el ejército, una asociación clandestina desafía la disciplina militar para hacer también oposición; y, su mayor aliada, la Iglesia, se muestra dividida. El Vaticano ya había dado muestras de alejamiento del régimen de Franco y durante esos años se sucedieron las muestras de desaprobación. El cardenal primado, Vicente Enrique y Tarancón, se mostró especialmente beligerante.

Ya la enfermedad del párkinson era evidente, y el General mostraba claros síntomas de senilidad. El presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, le visita durante sus primeras convalecencias en el hospital de La Paz en Madrid, y no sabe como solventar el deseo de don Juan Carlos, que ya no quiere ser interino, y las aspiraciones de doña Carmen para que el enfermo se decida de una vez nombrar a su nieto político, don Alfonso de Borbón, el legítimo sucesor, para el cual, saltándose las normas dinásticas, ya le había otorgado el tratamiento de alteza real para él y sus sucesores.

La agonía de Franco fue lenta y dolorosa. El 15 de octubre, Franco sufre un infarto. El 22 de octubre tiene su tercer ataque cardíaco, y el 24 sufre otro y se agravan sus otras dolencias, como la flebitis de su pierna. Desde entonces, todos los intentos de prolongarle la vida para que sobreviva al 26 de noviembre, porque era la fecha de renovar el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel, como presidente del consejo del Reino y de las Cortes, que era el encargado de la elección del futuro presidente del Consejo de Ministros, que se encargará, a su vez, de nombrar al sucesor, fue en vano, a pesar de llevarle al moribundo el manto de la Virgen del Pilar y el brazo incorrupto de Santa Teresa. Las reliquias no frenaron las dolorosas hemorragias estomacales causadas por la úlcera péptica que lo estaba consumiendo. Para que no muriera antes del día 26, el doctor Manuel Hidalgo Huerta le opera para serle retirado el estómago.

Pero días antes que el inminente fallecimiento suceda, el astuto rey de Marruecos, Hassan II, aprovecha la incertidumbre política de España y ordena el desgarrador final de la presencia española en el Sáhara Occidental con la invasión efectuada en una operación que se conoció como la Marcha Verde. Sin declarar formalmente la guerra a España, Marruecos envía a la frontera de la colonia a 25.000 militares a los que se les unen más de 350.000 civiles, persiguiendo el objetivo del nacionalismo marroquí de aumentar los límites de su reino.

Aquel inesperado acontecimiento precipita el nombramiento de Juan Carlos de Borbón, por segunda vez, de jefe de Estado en funciones, un traspaso interino que el Príncipe de España no quería por parte de Franco, e intentó persuadir a Arias Navarro para que hiciera ver al dictador que debía traspasarle el poder de manera definitiva. Al enterarse el yerno del enfermo, Cristóbal Martínez-Bordiú, de aquel propósito, quería impedir que Arias entrara en la habitación de su suegro para cuestionar este asunto. Aquel nombramiento iba a suponer que su hija María del Carmen no llegara a ser proclamada Reina de España. Finalmente, Arias consiguió acceder, tras lo cual convenció al dictador para que cediera el poder interinamente, lo que provocó la furia del marqués de Villaverde y de la esposa del dictador, Carmen Polo. Sin embargo, Juan Carlos en principio se negó, si la sustitución no era definitiva. Poco después el príncipe aceptó, una vez tuvo la certeza de que la enfermedad de Franco era terminal.

Pocos días después llegó la defunción. Eran las 4.20 horas del 20 de noviembre. Arias Navarro, bañado en lágrimas, añusgado pronunció en televisión: “Españoles, Franco ha muerto”.

La llegada del sustituto

El interino Jefe del Estado fue proclamado Rey de España por las Cortes Españolas, como Juan Carlos I de España, el 22 de noviembre del año 1975 y exaltado al trono el 27 de aquel mismo mes con una ceremonia llamada Misa de Espíritu Santo, que era el equivalente a una coronación, celebrada en la histórica Iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid. Pese a haber jurado fidelidad a las leyes del Movimiento, ya tenía previsto promover y alentar nuevas disposiciones para la Reforma Política, que fue votada por el Congreso de los Diputados el 18 de noviembre de 1976 y aprobada en referéndum con un abrumador apoyo del 94%, lo que sería el inició de la Transición Española hacia la democracia.

El 14 de mayo de 1977, su padre, el Conde de Barcelona, renunció a sus derechos dinásticos históricos y a la jefatura de la Casa Real en la persona de su hijo, una vez que hubo constatado que ya no tenía posibilidad de acceder al trono. Con esta renuncia se reanudaba la dinastía histórica; y de esta forma, tras la proclamación de Juan Carlos I como rey de España y con la renuncia de Don Juan a sus derechos, Felipe se convirtió en Heredero de la Corona y asumió el título de Príncipe de Asturias Don Juan efectuó su renuncia en un acto caluroso y lleno de emotividad. Landelino Lavilla, en calidad de Notario Mayor del Reino, certificó en el pliego que el Conde de Barcelona renunciaba “con mucho amor a España y cariño por mi hijo”.

De todo esto acaban de transcurrir cuarenta años de Historia.

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