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Entrevista

"Los pobres tienen que pagar un precio por salir adelante: esfuerzo y trabajo"

"La competencia es tan grande que la excelencia es la única vía para lograr el éxito" afirma José Luis Corripio, el hombre más rico de República Dominicana

José Luis Corripio. JUAN PLAZA

Hijo de un emigrante, Pepín Corripio sabe bien lo que es empezar con bien poco para llegar a lo más alto. Su familia lo consiguió en República Dominicana, primero con un negocio de alimentación y en la actualidad con negocios que van desde la construcción a la comunicación, con la propiedad de tres cadenas de televisión, tres periódicos de tirada nacional y dos emisoras de radio. No hay misterios. Únicamente "no arrepentirse de no haber hecho lo que había que hacer". Eso, y austeridad en tiempos de bonanza, para que la crisis no lleve al declive.

¿Cuál es la clave para triunfar trabajando?

No hay un secreto ni una fórmula especial, porque hay muchos caminos que pueden llevar al éxito. Y también hay ingredientes que no dependen de uno, que dependen de situaciones fortuitas. Hay gente que trabaja mucho y bien y a veces no tiene mucho éxito en la vida; hay algo invisible que ayuda a veces que son las circunstancias. Pero lo importante es que uno no intervenga negativamente en la suerte del éxito. La vida es que uno cumpla con su trabajo, reme y reme todos los días; luego puede haber vientos favorables que empujen la embarcación.

¿Algo así le ocurrió a su fa-milia?

Mi familia llegó a Santo Domingo en 1917. Mi padre llegó en esa época en un barco en tercera clase porque no había cuarta, y empezó con lo que tenía puesto en una época de mucha pobreza en España. En ese momento la capital, Santo Domingo, estaba ocupada por las fuerzas americanas y sólo tenía 29.000 habitantes. El país creció mucho y eso ayudó a que el trabajo de uno fuera productivo: esos son los factores que no dependen de uno para tener éxito. Y hay que tener en cuenta también que el éxito económico no es el único que se puede tener en la vida, hay muchos éxitos que no son económicos, pero es el que hoy está más en vitrina.

¿Ha perdido valor el trabajo?

Se valora menos que antes para obtener el éxito, porque la sociedad en casi todo el mundo descubrió un método para hacerse rico sin trabajar mucho, con la especulación y con métodos quizás no muy ortodoxos, con un enriquecimiento que no procede muchas veces de una relación directa con el esfuerzo y la dedicación.

¿A dónde nos puede llevar esta falta de valoración del trabajo?

Hay una pérdida de valores en la sociedad y lo peor del caso es que las sociedades del mundo han hecho metástasis en este sentido. No es algo que se puede concretar y ubicar como un tumor en una parte determinada del cuerpo social. La juventud hoy en día desea enriquecerse por el método que sea, en términos generales. Una vez di una charla en Boston en la que yo dije que si me habían invitado para decirles cómo hacerse rico rápido, fácil y cómodamente se habían equivocado de interlocutor; porque a nosotros nos había tomado 97 años llegar donde llegamos.

¿Cómo define las posibilidades de éxito a través del trabajo?

Lo importante en la vida para no echarse la culpa por haber fracasado por uno mismo es trabajar estando cansado y levantarse teniendo sueño. Es una fórmula muy simple aparentemente, pero seguir trabajando cuando se está cansado establece la diferencia entre el éxito y el trabajo. Porque trabajar hasta que uno se encuentra cansado lo hace cualquiera y descansa inmediatamente. Pero romper la rutina de seguir trabajando cansado es una diferencia, y hoy en día el éxito ya no está en el promedio ni el suficiente. La competencia es tan grande que la excelencia es la única vía para tener éxito, y aún así da trabajo porque la sociedad se ha preparado intelectualmente y ya no es suficiente sólo con estar en el montón. Y levantarse pronto cuando se tiene sueño es una señal de esfuerzo. Luego puede uno tener éxito o no aplicando todas esas fórmulas, pero lo importante es que uno no se arrepienta de no haber hecho lo que debe hacer o haber entorpecido la suerte. Lo que uno debe hacer es tratar de no poner obstáculos a la suerte.

¿Cómo ve a la juventud?

Yo diría que están bien formados, y cada día se hace más indispensable la formación porque la época en la que sólo trabajar era suficiente tiene que ir ahora acompañada de adaptación a las nuevas tecnologías, que están cambiando de forma precipitada. Muchas veces en la juventud la comodidad es un obstáculo para el éxito.

¿En qué sentido?

El éxito está en manos de quienes hoy tienen que hacer esfuerzo y valoran el trabajo y dan el resultado. Muchos de los que han sido afortunados en otra época eran pobres, y hoy están en una situación económicamente mejor.

No valoramos lo que tenemos...

No, porque las cosas valen lo que cuesta el esfuerzo del trabajo que dio conseguir las cosas. Al que no le importa lo que valen las cosas simplemente abre la boca y pide más dinero, y eso les anula para el mundo actual. Había una época en que decían en España que abuelo bodeguero, hijo caballero y nieto pordiosero. Es un ciclo que en el caso de nuestra familia hemos podido romper porque ya hay tres generaciones que estamos trabajando y el ejemplo de mi padre y el mío con mis hijos es el mejor consejo. Porque hablar es muy fácil, lo importante es que hagan lo que uno hace.

¿Cómo valora la crisis económica?

Yo siempre digo que la crisis global del mundo se debe a la abundancia previa mal administrada. Yo creo que ha sido la causante de la crisis, porque es muy difícil para los gobiernos de los países, las sociedades y las propias familias mantenerse en austeridad y prudencia teniendo abundancia. La abundancia conspira contra el orden y contra la austeridad. Cuando la austeridad es forzada no queda otro remedio, pero cuando es de otra forma es una opción.

¿Cree que seguiremos a flote?

Sí, los países no se suicidan. A la larga saldrán todos a flote. La cuestión es cuánto es el precio que hay que pagar. A veces digo que hay que tener más justicia social y más distribución de la riqueza, pero también hay que darle un consejo a la gente pobre: que hay que pagar un precio para salir de pobre. Y ese precio no es la dádiva, sino el esfuerzo y el trabajo. Ese precio hay que pagarlo siempre para obtener algo.

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