El Papa Francisco ha invitado este sábado desde el santuario de los mártires anglicanos de Namugongo, en Kampala, Uganda, a buscar en la fidelidad a Dios la paz que el mundo "no puede ofrecer".

"Los placeres mundanos y el poder terreno no dan alegría ni paz duradera. Es más, la fidelidad a Dios, la honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el bien de los otros, nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer", ha asegurado el Papa durante una Misa en este Santuario.

En cualquier caso, el Pontífice ha matizado que esto no debe disminuir "la preocupación por las cosas de este mundo" y que, por tanto, no se trata sólo de "mirar a la vida futura".

"Al contrario, nos ofrece un objetivo para la vida en este mundo y nos ayuda a acercarnos a los necesitados, a cooperar con los otros por el bien común y a construir, sin excluir a nadie, una sociedad más justa, que promueva la dignidad humana, defienda la vida, don de Dios, y proteja las maravillas de la naturaleza, la creación", ha defendido.

El Papa ofició este sábado una multitudinaria misa en Uganda, donde rindió homenaje a los 45 mártires de asesinados entre 1885 y 1887 en este país por defender su fe cristiana, y pidió abrazar su ejemplo para "construir una sociedad más justa". La ceremonia se celebró ante decenas de miles de personas, que esperaron durante horas para escuchar al Pontífice.

Francisco ha pedido a la Iglesia de Uganda que ayude a las parejas jóvenes en su preparación al matrimonio y " anime a los esposos a vivir el vínculo conyugal en el amor y la fidelidad". También la ha exhortado a ayudar a los padres para que sean los primeros transmisores de la fe a sus hijos.

Durante una misa en la que no han faltado las peticiones por una mayor unidad en los Estados y tolerancia en los países en los que hay persecución, Francisco ha recordado a los mártires anglicanos de Uganda que siendo muy jóvenes arriesgaron su vida por proclamar el Evangelio.

"Pienso en los santos José Mkasa y Carlos Lwanga que, después de haber sido instruidos por otros en la fe, han querido transmitir el don que habían recibido. Lo hicieron en tiempos difíciles. No estaba amenazada solamente su vida, sino también la de los muchachos más jóvenes confiados a sus cuidados. No tuvieron miedo de llevar a Cristo a los demás, aun a precio de la propia vida", ha destacado.

Por ello, ha instado a imitarles no solo dentro de la propia familia o con los amigos, sino también en el trabajo, la sociedad civil, entre los desconocidos y, especialmente, con quienes son "poco benévolos u hostiles".

En otros casos, ha admitido que llevar la Palabra de Dios supondrá viajar a los confines de la tierra y ha pedido una " respuesta generosa" a esta exigencia.