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Los vaivenes de un buque insignia

El Museo vivió su peor momento en 2010

El futuro, a medio construir. EL MUSEO CANARIO

El largo recorrido del Museo Canario, buque insignia de la cultura grancanaria desde hace 136 años, ha visto comprometida su continuidad en varias ocasiones a merced de los vaivenes políticos y hachazos presupuestarios, a resultas de unas subvenciones "fluctuantes, aleatorias y caprichosas", en palabras de su gerente, Diego López.

El Museo Canario se erigió en 1879 en la planta alta del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de la mano de un grupo de intelectuales, liderado por el Dr. Gregorio Chil y Naranjo. Desde su creación, ha sido concebido como una sociedad científica de promoción de las ciencias, las letras y las artes, con especial acento en el patrimonio histórico del Archipiélago. En 1923, se instaló en la que fuera vivienda de su citado benefactor en el barrio de Vegueta y en 1995 fue declarado de Utilidad Pública, tras su incorporación al Sistema Español de Museos en 1987.

En el transcurso del siglo XX, los avatares sociopolíticos y económicos no fueron óbice para una etapa cultural muy fecunda, si bien su comprometida situación financiera se puso de manifiesto con especial gravedad en los años 50. De esta manera, a partir de la década de los 70, el funcionamiento de El Museo Canario pasa a depender en gran medida de las subvenciones públicas, lo que comporta algunas ventajas fiscales que permiten la modernización y especialización de su contenido museístico.

Con la crisis económica, las ayudas públicas menguan de manera drástica a partir de 2009, lo que comprometió la continuidad de la entidad. Ante este escenario, la sociedad presentó a comienzos de 2010 un ERE que afectó a 14 de sus 18 empleados durante seis meses, con el cierre temporal de tres salas que alojaban los servicios de biblioteca, hemeroteca y archivo. La situación estuvo motivada por la reducción de las consignaciones anuales del Gobierno canario, Cabildo y Ayuntamiento capitalino, pero la entidad pudo recuperar la normalidad en agosto de ese año.

Este quiebro económico se produjo una vez iniciado un ambicioso plan de modernización y ampliación de las actuales instalaciones que proyectaba una superficie útil de 11.000 metros cuadrados, con la incorporación del antiguo colegio Viera y Clavijo y otras seis viviendas en la manzana. El proyecto fue convocado a finales de 2002, y entre las 59 propuestas recibidas se optó por la de los arquitectos Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto.

Primera fase

Las obras de la primera fase de las tres que consta el proyecto de ampliación comenzaron en el verano de 2008, con un presupuesto superior a los 7 millones de euros, de los que Gobierno regional y Cabildo aportaban 3 millones cada uno, y El Museo algo más de un millón. "Es un cambio radical", asegura el gerente Diego López, que no ha podido colmatarse porque la falta de fondos mantiene paralizadas desde hace tres años y medio. Esta ampliación, con un inmueble de cuatro plantas y sótano, posibilita que los 600 metros cuadrados de la institución se eleven hasta los 3.000 con todos los servicios que se requieren en la actualidad. El Ayuntamiento se había comprometido a librar unos 3 millones de euros que no han llegado.

Y la sociedad científica confía en que la venta de un edificio de su propiedad en la calle San Bernardo, sobre el que se sigue negociando, le reporte los 3 millones necesarios para concluir esta primera fase con recursos propios.

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