La veterana periodista de TVE, Rosa María Calaf, con casi 40 años de trayectoria profesional a sus espaldas, sostiene que la relación de Occidente con África se cimienta en una incoherencia. "Nuestro bienestar depende en gran medida de África, pero no somos conscientes de que también su miseria depende de lo que hacemos nosotros", afirma. "Ese nexo entre nuestro bienestar y sus miserias es el que los medios de comunicación tienen la obligación de mostrar".
Este es el hilo conductor de la disertación que expuso ayer la ex corresponsal en Casa África, bajo el epígrafe Periodismo y compromiso y al abrigo del ciclo #Áfricaesnoticia. Junto a ella, Gemma Parellada, reportera en el África subsahariana, suscribió también que "África no es un lugar de extremos, como retrata la mayoría de los medios, sino que hay muchos matices entre medias que son los que nos quedan, al final, tan alejados".
Sin embargo, Calaf va un paso más allá. "La realidad es que no queremos que se sepa lo que realmente sucede en África, porque muchas veces nos avergonzaría la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en lo que sucede allí", afirma. "Por eso miramos hacia otro lado y, por eso, hay tanto interés en que miremos hacia otro lado". Por esta razón, aduce Calaf, las agendas de los medios de comunicación reducen las informaciones relativas al continente africano "a un segundo o tercer plano, en el mejor de los casos", toda vez que "se prima lo que impacta sobre lo que importa".
"Esta espiral del silencio es gravísima, porque no nos damos cuenta de que lo que sucede en esos lugares que nos parecen tan lejanos tiene mucho que ver con nosotros", sostiene. "Hablamos mucho de globalización y, con las nuevas tecnologías, creemos que hemos abolido las distancias, pero no hemos abolido las diferencias". "Y si no abolimos las diferencias, no vamos a conseguir una sociedad cohesionada y capaz de vivir en paz".
Las múltiples corresponsalías que ha ejercido Calaf a lo largo de su trayectoria se traduce en la friolera de 178 países recorridos alrededor del mundo. Bajo este prisma, la periodista revela que, en lo que respecta al tratamiento informativo de África, "periodismo y compromiso son cada vez más distantes cuando, realmente, el objetivo del periodismo debe ser el compromiso social". En este sentido, reivindica que "hay que contar otra África, porque África no es como nos la presentan los medios a golpe de titular y noticia impactante, sin ir al fondo de las cuestiones y, sobre todo, conmoviendo en vez de informando, y evitando así que el ciudadano se haga preguntas". "Y si no planteamos preguntas, no podemos saber dónde están las responsabilidades", concluye.
Con todo, entre sus inquietudes principales, Calaf destaca otra contradicción: la sobreinformación y la desinformación, como refleja, entre otros, el tratamiento maniqueo o sesgado de la crisis de refugiados. "La desinformación es muy peligrosa, porque conduce a que el lector, incluso con la mejor intención, se vea llevado a pensar que cree en unas determinadas cosas, con las que quizás no está tan de acuerdo si reflexiona con profundidad", explica. "Pero, actualmente, nos llegan tantos mensajes desde tantos lugares que no podemos procesarlos y, si no se está alerta para eliminar lo que es tóxico de lo que no, podemos acabar cayendo en los estereotipos".
Ante este panorama, Calaf distingue entre "utilizar la red y caer en la red". "Si nos mantenemos en la superficie y no vamos al fondo de las cuestiones, acabaremos teniendo una ciudadanía que está entretenida, pero no informada".
