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Arte

El paraíso del grabado

El Cicca acoge hasta marzo una monumental exposición en un diálogo entre los grandes maestros, con obras de Bacon, Rembrandt, Goya, Picasso, Millares, Chirino, Doré o Hdrlicka

Aguafuerte sobre papel de Mohlitz. JCG

"El grabado es el primer peldaño en la historia de la fotografía y de la facilidad de la reproducción de la obra". Y parafraseando a Rubens, el grabado da a conocer la mano del artista. Es la certera aseveración de Antonio P. Martín, coleccionista de arte y comisario junto a Javier Pueyo de la exposición El grabado: ¿una cuestión de papel? Estampas y obra gráfica en Gran Canaria, que se inauguró anoche en el Centro de Iniciativas de la Fundación de La Caja de Canarias (Cicca), en la Alameda de Colón.

Una monumental colectiva, abierta al público hasta el 18 de marzo de 2016, armada gracias a la colaboración de instituciones públicas y coleccionistas privados que han hecho posible dar visibilidad al patrimonio de grabados que se custodia en la Islas. Una selección de las colecciones de la Fundación La Caja, que aporta unas 42 piezas, Centro Atlántico de Arte Moderno, Casa de Colón, Museo Néstor, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y una veintena de particulares. Unos 86 artistas y 146 piezas se distribuyen entre la sala de exposiciones y la primera planta, que permite al visitante un recorrido por la historia del grabado, desde el siglo XVI hasta la actualidad, a través de piezas excepcionales, "incunables", según Javier Pueyo, que supone "una oportunidad para acercarse a los grandes nombres de la historia del arte, y que viene a cubrir un vacío que ha habido en décadas en esta isla", subraya Antonio P. Martín,.

Bacon, Rembrandt, Goya, Picasso, Doré, König, Ackermann, Bry, Mallet, Chillida, Saura, Chirino, Millares, Velázquez, Barceló, Óscar Domínguez, Mohlitz, Alfred Hrdlicka, Tàpies, Segal, Picart, César Manrique, Juan Hidalgo, Pepe Dámaso, Juan Gopar, Pablo Palazuelo, Ángel Sánchez, Felo Monzón, Santiago Santana, Pedro González, Juan Ismael y José Lirio, entre otros artistas, se suceden en este paraíso del grabado, que aflora en el centro de la alameda de Colón como un festín para los sentidos.

Y es que la exposición rebosa excelencia, entre la figuración y abstracción. Al igual que los comisarios han trabado un diálogo, a dos miradas estéticas a veces discordantes, para dar un discurso museístico que rehúye de lo cronológico en favor de otros postulados artísticos, de confrontación y/o similitud, se cruzan aquí obras de creadores internacionales, nacionales y canarios que obligan, por razones obvias, a fijar la mirada del espectador. Lo explica Antonio P. Martín: "el grabado es fundamental en la historia del arte, y es mucho más que un lienzo, en el grabado hay que mirar con detalle cada rincón, porque hay algo que descubrir, mientras que el cuadro lo vemos todo de plano".

De cara al público, y a juicio de los comisarios de la muestra, lo más espectacular son tres aguafuertes de Rembrandt; las piezas de Francis Bacon, de la colección de La Caja; los Goya de la Casa de Colón; las estampas de Theodore de Bry, que ilustran el ataque del corsario Pieter van der Does a Las Palmas de Gran Canaria en 1599; un grabado de Picasso, de los fondos del CAAM, que se exhibe junto a una obra de Alfred Hrdlicka, que le rinde homenaje; la serie Los pecados y las virtudes, grabados del siglo XVI de la colección de arte de la ULPGC "una adquisición que hizo hace unos años, muy interesante, y que es prácticamente desconocida por la sociedad", según Antonio P. Martín; y un Richard Hamilton, serigrafía sobre cristal laminado a partir de Marcel Duchamp, pieza no seriada de la solo existe otra en España en la colección del Museo Reina Sofía.

Detalla Antonio P. Martín que "la muestra trata del grabado en Gran Canaria, no solo de creación insular, y aunque aquí no están todos los que deberían estar, con estas obras se cubren las expectativas del proyecto". Esta colectiva tiene su punto de arranque en otra exposición, Paralelismos, que se presentó en este mismo espacio hace unos dos años. "Viene a ser una continuación de aquella, aunque no tiene una mirada tan crítica o tan analítica", razona el comisario.

"La anterior exposición partía de la idea de enfrentar obras de arte que tenían puntos similares, y aquí lo que se ha hecho es plantear un discurso parecido. Ahora es una especie de juego estético con el espectador que viene a ver la obra, además de una parte técnica, y otra pedagógica incluso".

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