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Salud

El SCS debe pagar 40.000 euros por las secuelas de una operación innecesaria

La paciente acudió a Urgencias del Negrín aquejada de fuertes dolores en el abdomen por una pancreatitis aguda que fue diagnosticada erróneamente.

María del Carmen Batista muestra la sentencia que le da la razón. J. C. GUERRA

El Servicio Canario de la Salud (SCS) deberá indemnizar con 40.000 euros a una paciente por las lesiones y secuelas derivadas de una intervención quirúrgica realizada en el Hospital Doctor Negrín que se podía haber evitado si se hubiera diagnosticado a tiempo la pancreatitis aguda que padecía.

Después de ocho años de litigio, el juez resuelve que, "pese a los claros síntomas de pancreatitis" (inflamación del páncreas), la paciente fue diagnosticada en un primer momento de apendicitis, lo que retrasó el abordaje de la patología que efectivamente padecía y que finalmente derivó en una intervención quirúrgica que le "causó perjuicios evidentes".

Los hechos se remontan al 30 de mayo de 2007 cuando María del Carmen Batista acudió a Urgencias del Hospital Doctor Negrín aquejada de fuertes dolores en el abdomen. "Yo sabía que me había sentado mal el Voltarén [antiinflamatorio] que me había recetado el médico por unas molestias en la cintura, pero la médico de Urgencias no me hizo caso cuando se lo dije y me contestó con muy malos modos", recuerda Batista que se sintió "abandonada" en el hospital público grancanario.

Pese a las insistencia de la paciente sobre que no le dolía esa parte del cuerpo, la médico de Urgencias consideró que sufría una apendicitis, por lo que Batista fue derivada a la Clínica de La Paloma para ser intervenida.

Afortunadamente una vez dentro del quirófano del centro concertado el cirujano se dio cuenta de que el dolor que padecía la paciente no era consecuencia de una apendicitis. "El médico de La Paloma sí me escuchó cuando le dije que no me dolía la zona del apéndice, sino del abdomen", señala la demandante.

Una vez de vuelta al Negrín la paciente tuvo que "empezar otra vez todo de cero". De nuevo ir a la consulta, de nuevo contarle a la médico donde le dolía "sin que me hiciera caso" y de nuevo esperar a que le hicieran unas pruebas que no llegaron porque sólo le hicieron una ecografía.

Después de varias horas de espera finalmente la metieron en un quirófano del Negrín donde "me destrozaron todo". Batista salió de la operación con una enorme cicatriz y dos grandes bultos en el abdomen por los que posteriormente tuvo que ser intervenida. Pese a esta segunda operación, que arregló en parte los desperfectos, su barriga tendrá para siempre una dimensión que no era la suya. "Yo siempre he sido una persona delgada. Me van a quedar secuelas para toda la vida", denuncia.

En este sentido, la sentencia de la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo confirma que existió una infracción de lex artis, es decir, que la tarea ejecutada por el profesional no fue la correcta, y que existe un daño que "la paciente no tiene obligación de soportar".

Asimismo, el juez considera que "es un hecho innegable que el escenario hubiese podido ser distinto de haber sido tratada correctamente desde su ingreso" y que la operación conllevó "unas lesiones y secuelas" dentro de una "situación de errores del servicio concatenados".

A raíz de la primera operación en el Negrín la paciente cuenta que perdió su trabajo como auxiliar de geriatría porque desde entonces no puede mover ni cargar a los ancianos y durante nueve meses se enclaustró en su casa acomplejada por los "enormes" bultos que le salían a ambos lados del cuerpo y la gran cicatriz que le recorre el abdomen.

De hecho, esta grancanaria, natural de Moya, reconoce que pese a que han pasado ocho años después de la operación todavía sufre las miradas incómodas de los viandantes cuando se encuentra en la calle.

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