El conocido empresario lanzaroteño Juan Rosa Perdomo, uno de los precursores de la actividad turística en la Isla, falleció el pasado miércoles, día 23 de diciembre, en Arrecife a los 88 años. Era padre de seis hijos: Juan Francisco Rosa Marrero (uno de los principales empresarios de Lanzarote), Luz Severa Rosa Fernández (fallecida), Juan Jesús, José Miguel, María Dolores y Oriol Rosa Fernández. Su viuda es Dolores Fernández Acuña.

Rosa Perdomo adquirió en los años ochenta el hotel Los Fariones, en Puerto del Carmen (Tías), el primer establecimiento netamente turístico de Lanzarote cuya construcción se inició en 1964 de la mano del empresario grancanario Virgilio Suárez Almeida y los inversores Fernando Machado del Hoyo y el que fuera presidente del Atlético de Madrid Vicente Calderón. En el año 2000 recibió por parte del Cabildo el premio Distinguido del Turismo.

La actividad de Rosa también estuvo ligada al comercio, el inicio de su andadura empresarial junto a su hermano Anselmo, en los años cuarenta, con el transporte de materiales de construcción para las primeras edificaciones que se hacían en la Isla, así como la venta de productos del campo en Arrecife y del agua que llegaba en barcos cisterna a Lanzarote. En el sector de la construcción pusieron en marcha la primera fábrica de bloques de la Isla. Construyeron las primeras casas para la gente del campo que se trasladó a vivir a Arrecife.

Rosa Perdomo, nacido en 1927 en el barrio de La Destila, fue pregonero de las fiestas capitalinas de San Ginés en 2011. Su nieta Mónica Salces fue la encargada de leer el pregón, en el que el empresario recordó sus orígenes humildes y su vida dedicada al trabajo: "Pregono que muchos lanzaroteños de mi generación casi no supimos lo que era ir de fiesta, ni de niños, ni de jóvenes, ni ya mayores. A quienes nos faltaba de casi todo, solo pensábamos en levantarnos todavía de noche, trabajar un día sí y otro también, y en acostarnos con la caída del sol. Lo único que sé hacer es trabajar, que es lo que he hecho toda mi vida desde que era un niño". Añadía: "La vida me ha enseñado que todo consiste en trabajo y honradez. Y ser serio y cumplir con todo el mundo. Mi mérito, si alguno tengo", destacaba desde su sencillez, "ha sido trabajar duro, tener el ánimo dispuesto y pasar sacrificios, como tanta gente en esta isla. E ilusión por emprender y tener gusto por el trabajo, el que fuera, con alegría".

Durante el pregón recordó a su padre, Anselmo Rosa, quien le inculcó que "hay que ser previsor y guardar para mañana. Y que lo ajeno, ajeno es".

La capilla ardiente se instaló en el Hospital Insular, en Arrecife, y sus restos mortales fueron trasladados en la tarde del pasado jueves al cementerio de San Román. Descanse en paz.