¿Qué tipo de magia ofrecerá en el auditorio Alfredo Kraus?
Haré un poco de todo, desde ilusiones interactivas con el público, hasta magia de cerca, pasando por desapariciones. La respuesta del público me ha obligado a ofrecer otra función a las 17.00 horas.
¿Quiénes pillan antes el truco, los niños o los mayores?
Los niños. Sobre todo los menores de seis años porque son los que suelen tener más mala idea. Este es un espectáculo bastante bonito para los muy pequeños, pero son ellos quienes lo pillan todo más rápidamente ya que todavía creen en la magia. Pero los adultos también disfrutan muchísimo.
¿Decidió dedicarse a esta profesión cuando recibió el típico juego de magia de Navidad?
Sí, con la magia Borrás que regalaban a todos los niños en estas fechas. Y lo típico, con esas cajas haces dos o tres boberías y la mayoría las perdía. Pero siempre quise ser mago y al final lo he conseguido.
Y, además, con la dificultad añadida de tener ocho dedos.
Cuando tenía diez años, durante la celebración de un fin de año, me explotó un petardo en la mano y perdí dos dedos de mi mano izquierda. Recuerdo que cuando estaba en el hospital nos visitó el típico mago que siempre anima a los niños en el día de Reyes y yo me alegré una barbaridad. Le dije que yo quería ser como él, pero cuando vio que me faltaban dedos me dijo que me olvidara del asunto.
Y por lo que veo, usted no desfalleció hasta lograr su objetivo.
Con el tiempo conocí a Juan Tamariz, y presentaba a un mago de Argentina llamado René Lavand que hacía magia con una sola mano. Y me dije que yo con ocho dedos lo podía hacer perfectamente también. Y empecé hasta el día de hoy, que soy mago profesional desde hace muchos años.
¿Y qué ha supuesto en su profesión tener esta característica?
He tenido que aprender técnicas diferentes porque no hay libro que sirva para un mago de ocho dedos. Tenía que aplicar las técnicas para mi mano izquierda. La gente no se da cuenta y al final lo digo para que el público lo sepa.
¿No son muy habituales los magos en Canarias?
Han sido pocos, y que intentaran dar un salto a un auditorio menos. Pero yo tengo pensado, tras este espectáculo, irme de aquí a actuar en más islas. Con trece años, yo era el mago más joven de España, y con 31 tenía mi primera escuela de magia, y ahora con 37 quiero ser el mago por excelencia.
¿Y cómo ofrece sus clases?
Yo las doy por grupo e individuamente. Antes tenía un local con un escuela, pero como esto es bastante irregular, ya que cuando se mete un niño también se meten sus cinco amigos, ahora doy clases particulares. Entre mis alumnos hay abogados, dentistas y niños. Yo voy a sus casas y les doy magia individualizada. Yo creo que es mejor así, porque si doy magia por grupos uno destaca por encima del otro y algunos se aburren. Así yo me pongo al nivel de cada uno.
¿Podría describir algunos de los números que ofrecerá?
Dejaremos a chicas levitando en el aire, o desaparecerán y aparecerán en otro sitio. Haremos magia a dos centímetros de los ojos de los espectadores y vamos a poner una cámara para que la puedan ver como si estuvieses allí sentado. Y vamos a hacer algo poco usual, y es que todos vamos a hacer magia al mismo tiempo. Vamos a hacer un juego interactivo. Yo voy a repartir cuatro cartas a cada espectador y después participaremos en un juego entre todos. Y también va a ser el único espectáculo en el que van a aprender magia. Todos se van a ir sabiendo un juego que luego puedan hacérselo a otra gente.
¿Cuál es el truco de magia más complicado?
Son los juegos que se hacen con los animales. Siempre he sido reacio a hacer juegos con palomas o con conejos. No son fáciles. Pero en este espectáculo incluso hago algo también con animales.
