En el año 1925 un grupo de jóvenes farmacéuticos se reunió en la farmacia de Apolinario, ubicada en la Alameda de Colón de la capital grancanaria, para constituir un colegio profesional. Hasta entonces, la única institución que defendía la profesión farmacéutica en Canarias se encontraba en Tenerife.
Pese a que faltaban dos años para la división oficial de las dos provincias, el colegio consiguió las acreditaciones necesarias y Bartolomé Apolinario se convirtió en su primer presidente. La institución comenzó a rodar elaborando un reglamento interno, estableciendo una política de precios y regulando el horario de apertura, así como los turnos de noche y festivos.
Apolinario, que estuvo en el cargo cinco meses y regresó tras otros cinco presidentes, comentaba en aquel entonces que la creación del colegio fue una "tarea dura, de pocas noches, cuatro o cinco, y trabajando hasta la madrugada". Estuvo en la presidencia hasta 1936.