Tras 12 años cerrada al público por amenaza bacteriana, los cinco primeros visitantes de la cueva de Altamira entraron en febrero de 2014 enfundados en monos, gorros y mascarillas. Era parte de un programa de investigación que se extiende hasta hoy, pensado para observar el impacto de la presencia humana en la conservación de sus pinturas.

Esa tímida apertura acaba de tener una segunda parte con las polémicas declaraciones de Francisco Martín, consejero de Industria y Turismo cántabro, partidario de proponer al patronato de la cueva un sistema de subasta a buen precio de "unas pocas entradas" que se sumarían a las cinco habituales que se sortean cada semana entre los visitantes a la neocueva, donde se encuentra la réplica del techo polícromo de los bisontes, que le supuso a Altamira su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial.

La idea del consejero de Turismo era atraer con su propuesta a personas "dispuestas a pagar muchísimo dinero por entrar en la cueva original", una forma, a su modo de ver, de aprovechar "de una manera inteligente un recurso turístico de primera magnitud". Pero la idea de Martín ha sentado como un cubo de agua fría a los partidarios de su conservación e incluso a los miembros de su mismo equipo de gobierno. El propio Martín, que alerta de que no se está haciendo un "aprovechamiento óptimo de ese recurso", se puso por un momento en la piel del consejero de Cultura y reconoció que, en su caso, también él diría lo contrario de lo que sostiene ahora.

Para poner las cosas en su sitio, ayer terció el presidente de la comunidad cántabra, Miguel Ángel Revilla, que se mostró contrario a la propuesta de Turismo para subastar al mejor postor las entradas de acceso a la caverna, descubierta en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola y su hija.

Revilla comentó durante una entrevista en Las mañanas de RNE que la propuesta no es más que "la opinión de un consejero" y que esa posibilidad no ha llegado a plantearse "jamás" en ningún Consejo de Gobierno. El presidente fue tajante al asegurar que nunca se ha tomado la decisión de subastar entradas "ni cree que se vaya a tomar". Añadió que él mismo es contrario a esa propuesta porque Altamira "no puede estar a merced de que la pueda ver quien tiene dinero". "Especular con eso no me parece positivo", manifestó Revilla.

En la actualidad hay establecida una visita a la semana para cinco personas, de 37 minutos de duración y bajo un estricto protocolo.