"El elemento expresivo de mis obras está en la seducción del sonido. Soy muy sensible a la calidad sonora y en mis comienzos revisé los instrumentos más insólitos. Además, me siento muy atraído por las músicas no europeas, en particular la africana y la asiática, que me han ayudado mucho en mis propias búsquedas sonoras. Recuerdo la primera vez que escuché la música de Bali, o ciertas músicas japonesas, con dimensiones del tiempo completamente distintas a la europea. Ese tipo de cosas influye mucho en el universo sonoro que he creado". Esta es una de las numerosas reflexiones y revelaciones que Pierre Boulez hizo al periodista y crítico musical Guillermo García-Alcalde, en una extensa entrevista con motivo de su presencia en el XVII Festival de Música de Canarias en 2001.

Aquel encuentro, recogido en el suplemento Cultura de LA PROVINCIA, fue especialmenete revelador para situar al compositor y director, y abundar en sus inquietudes como agitador de las vanguardias musicales del siglo XX. "Siempre fui pragmático", sostenía Boulez cuando se le cuestionaba por los elementos constitutivos de su música. "Ya de joven creía menos importante pensar la música que hacerla. Cuando me dieron la oportunidad, lo primero que hice fue organizar conciertos, tanto para que el público conociera a los nuevos compositores como para enfrentar a éstos con la realidad".

Respecto a las diferencias entre su poética y la de su maestro Olivier Messiaen, Boulez dejaba claro que por encima de todo estaban "razones generacionales". Según sus palabras entonces, "Messiaen tuvo menos influencias que yo. En sus tiempos de estudiante en París, la música que imperaba era la de Debussy, Ravel y Stravinsky. Con excepción de Wagner, nunca se vió confrontado con la tradición alemana, Incluso asistiendo yo a sus clases, nunca dedicó atención a Mahler o Bruckner. No era culpa suya, sino consecuencia de una educación en ambientes nada parecidos al mío. De ahí que las poéticas sean tan diferentes".

Como miembro de la "generación de posguerra", iniciada en 1945, que "tuvimos que descubrirlo todo de una vez", reconocía Boulez que "lo que me estimula y aprecio es el esfuerzo de los compositores que han accedido a descubrimientos. Los que sólo han explotado un territorio ya descubierto me interesan menos. Pienso que la generación que posterior a la nuestra hizo en abstracto un enorme esfuerzo".