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Entrevista

Docampo: "Busqué el lado oscuro del Papa Bergoglio y no encontré nada"

"Bergoglio ha sido todo un descubrimiento para mí y ahora le admiro más", destaca el director de la película 'Francisco. El padre Jorge'

Beda Docampo. L. J.

El español Beda Docampo es el director de la película Francisco, el padre Jorge, interpretado por el actor argentino Darío Grandinetti, acompañado de un cuidado elenco de actores españoles como Silvia Abascal, Carlos Hipólito y Emilio Gutiérrez Caba.

¿El recibimiento de su película fue el esperado?

La película fue acogida por una mayoría abrumadora y la mayoría se emociona con ella, sea o no religioso. Lo interesante es que habla de un personaje, Bergoglio, apabullantemente humano, algo que debería ser lo normal pero que, hoy en día, se convierte en una verdadera excepción.

Algunos han criticado que la cinta sea demasiado complaciente con su figura. ¿No hay ningún punto en contra del protagonista que ocultase?

La verdad es que no y yo mismo me sorprendí. Investigué mucho sobre su vida, leí sus textos, hablé con amigos y con otros no tan amigos... buscaba también ese posible lado oscuro pero la realidad es que las escasas críticas que hay sobre él eran políticas, respuestas a su forma tan directa de criticar al poder, la vanidad y la corrupción. Eso le generó enemigos en una parte del poder y en los sectores más conservadores de la Iglesia, pero las críticas no tenían ninguna base. Es un personaje totalmente coherente con su vida y que siempre fue ejemplo de esa pobreza de la que tanto habla ahora. Para mí ha sido todo un descubrimiento y ahora le admiro más todavía.

¿Cómo surgió este proyecto, fue idea suya?

Era un proyecto que me pareció difícil desde el principio porque es un personaje vivo que no tiene lugares oscuros, lo que es una pena para una película, y del que no sabemos casi nada porque es muy poco dado a hablar de su vida privada, una antiestrella total. Fue Pablo Bossi, productor de El hijo de la novia, quien me trajo el libro de Elisabetta Piqué y me dijo que allí había una película. Otro desafío era encontrar un actor que fuera capaz de desarrollar bien el papel; no era necesario el parecido físico pero sí que hablara y gesticulase como él. Tuvimos que ficcionar muchos momentos de su vida porque apenas hay datos, pero siempre partimos de una realidad. Solo se explaya en sus gustos musicales y esos sí que los hemos incluido en la banda sonora: Bach, Mozart y la canción Gracias a la vida.

¿Grandinetti fue su primera apuesta?

Sí, era de mis primeras opciones porque es un gran actor e hizo un gran trabajo. Conseguimos que se reuniera con el Papa en una de sus audiencias de todos los miércoles porque para él era imprescindible ver de cerca cómo camina y cómo habla. Yo no estuve en ese encuentro porque no lo consideré necesario.

¿Por qué el personaje de Silvia Abascal, esa periodista agnóstica?

Precisamente al no encontrar ese lado oscuro en Bergoglio, necesitaba un papel antagonista, aunque fuera inventado. Ella es una mujer agnóstica, madre soltera y crítica con la religión y me permitía un conflicto dramático.

¿Sabe si el Papa ha visto ya la película y qué le ha parecido?

Se que sus amigos, antes o después, se la harán llegar, pero de momento no tengo constancia de que la haya visto. Él no tiene el perfil de una persona que vaya corriendo a verse en el cine... Me encantaría que le gustase; a otros representantes de la Iglesia se que les ha emocionado. Yo he hecho mi trabajo lo mejor posible y ya no puedo hacer nada pero, me imagino que con lo humilde que es debe de estar perplejo de hayan hecho una película con su vida.

¿Qué llevó a sus padres a dejar Vigo por Buenos Aires?

Mi padre no soportaba el régimen franquista y, aunque adoraba su tierra, decidió marcharse. Mi madre era ama de casa y mi padre, jefe de estación en los ferrocarriles, y en Argentina se hicieron un hueco rápidamente, tan lleno de gallegos como estaba el país. El más beneficiado fui yo ya que disfruté de una formación maravillosa en los mejores años de Buenos Aires, una ciudad en la que se respiraba la cultura por cada esquina, sin censura.

¿Y le transmitieron el amor por España?

Por supuesto. Mi padre siempre tuvo mucha morriña. En casa, comíamos pulpo y grelos y seguían manteniendo todas sus tradiciones. Mi primera película como guionista, Camila, fue nominada a los Oscar y eso me permitió venir a España y conocer a mi familia gallega. Ahora vivo en Madrid pero trabajo entre los dos países.

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