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Los robots submarinos hacen equipo

William Kirkwood difunde en Plocan los últimos avances en vehículos autónomos no tripulados, que pasan por comunicarse y colaborar unos con otros en el océano

El investigador William Kirkwood junto a un modelo de wave glider, ayer en la sede de Plocan en Taliarte. SANTI BLANCO

La robótica marina es un campo muy dinámico, en constante evolución, cuyo objetivo principal es crecer en funcionalidad a la par que reducir costes. Bajo estas premisas, los avances tecnológicos han logrado que en la actualidad los diferentes vehículos (ROV, AUV, glider...), hasta ahora completamente independientes, van a empezar a trabajar de forma colaborativa, a comunicarse unos con otros, en definitiva, a hacer equipo.

Así lo afirmó el ingeniero William Kirkwood, científico del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (Mbari) de California, que ayer impartió una conferencia en la sede de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), en Taliarte, sobre los últimos avances en vehículos submarinos no tripulados.

"Hemos logrado que se establezca una colaboración entre los vehículos, de tal forma que podemos tener un glider submarino comunicándose con otro vehículo, como un wave glider, de forma que sabemos donde está cada uno de ellos en todo momento, es más difícil perderlos. Con esa colaboración ganamos en efectividad y en seguridad, propicia que se puedan hacer misiones de mayor alcance y por otra parte, una seguridad mayor sobre los vehículos, que están más controlados", indicó Kirkwood.

Espacio y tiempo

La colaboración entre vehículos tiene una doble finalidad, por un lado, para cubrir un área mayor de estudio en una misión determinada; o bien para acortar el tiempo cuando hay diferentes vehículos especializados en una determinada tarea y colaboran entre ellos. "La aproximación coordinada y conjunta es la línea hacia donde avanza esta tecnología, y ya se está haciendo en todo el mundo", avanzó el especialista de California.

En los últimos años, la tecnología de los gliders ha ido ganando terreno en el ámbito de la Oceanografía respecto a otros recursos más costoso, como es el caso de los buques oceanográficos, o los ROV (vehículos controlados por un operador). El ingeniero William Kirkwood, uno de los especialistas mundiales en robótica marina, calcula que cada año aumenta entre un 30 y un 40% el uso de estos vehículos. "Un estudiante desde su casa, a través de un ordenador, puede manejar uno de estos vehículos, con una tutorización previa; y además, son vehículos muy baratos. Esto ha hecho que esta tecnología se vaya usando cada vez más".

La principal barrera que existe actualmente para su expansión definitiva es, según el experto, la potencia, aunque augura que en pocos años será un problema resuelto porque además de baterías más duraderas, se está trabajando en modelos alternativos de energía.

Otra de las grandes novedades que está experimentando la robótica marina es su expansión en funcionalidad, pasando de ser una tecnología con sensores genéricos para medir los parámetros del océano, fundamentalmente (temperatura, salinidad, pH...), a convertirse en robots a la carta en campos como la pesca, seguridad de fronteras, contaminación marina...

De los sensores genéricos en los gliders, ahora los fabricantes trabajan en sensores específicos. Como ejemplo, William Kirkwood trabaja actualmente en una aplicación para detectar algas venenosas que amenazan ciertas poblaciones de peces. Se trata de una aplicación que se desarrolla en el Acuario de la Bahía de Monterrey (Mbari) que está siendo muy demandada para detectar la presencia de esas algas y eliminarlas.

"En definitiva, cada vez que estos vehículos van presentando una mayor autonomía, los costes se van reduciendo y las aplicaciones van aumentando, llegando así a más sectores. Por ejemplo, ahora mismo hay empresas de petróleo y gas que demandan vehículos que trabajen directamente sobre la plataforma en tareas muy concretas debajo del agua, evitando así usar medios humanos".

Kirkwood también anunció que en estos momentos se está desarrollando un vehículo innovador, basado en un glider pero con una carga útil muy grande (mayor volumen de sensores), que se prevé probar en Plocan este año. "A medida que aumenta el número de sensores, aumenta el consumo de energía, pero la tecnología está creciendo lo suficiente para poner mayor número de sensores y que el consumo sea incluso menor que en los modelos anteriores. Por ejemplo, la profundidad máxima que tenían los gliders anteriormente era hasta los 200 metros, por eso eran necesarios los AUV que iban a más profundidad, pero ahora están saliendo modelos comerciales que llegan a 600 metros, y algunos muy específicos que llegan hasta los mil metros de profundidad". Esto hace que los gliders ya asuman tareas antes relegadas a tecnología más costosa.

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