Felipe VI celebró ayer su cumpleaños en la intimidad, se supone que con Letizia y sus dos hijas, Leonor y Sofía, y apagando las tradicionales velas. Cumple 48 años en un momento complicado, tanto para España que, dos meses después de las elecciones generales, sigue sin gobierno, como para él mismo, que tendrá que ver sentada en el banquillo a su hermana Cristina, juzgada en el caso Nóos por dos delitos contra la Hacienda pública.

La situación de Cristina y de su esposo Iñaki Urdangarin ha sido un duro golpe para la familia Borbón y ha dividido y distanciado a sus miembros.

A esto se une la realidad política española, una de las más complejas y convulsas desde la llegada de la democracia. La dificultad de investir a un nuevo presidente, el independentismo catalán y la todavía frágil situación económica pese a los datos positivos, no se lo ponen fácil al Jefe del Estado.

Muy lejos queda ya aquel día de 1986 en que alcanzó la mayoría de edad y prestó juramento ante las Cortes, a partir del cual combinó los estudios universitarios en España, complementados con un máster en Washington, y una formación militar exhaustiva en las tres armas del Ejército, a la que pronto se sumó un conocimiento directo de las más diversas instituciones públicas españolas y europeas.

Un segundo periodo en esa trayectoria comenzó en 1996 con la progresiva asunción de funciones propias del Heredero de la Corona, entre ellas la representación de España en la toma de posesión de presidentes iberoamericanos y visitas oficiales a las Autonomías.

El monarca español, con la complicidad de la siempre eficaz reina Letizia, ha conseguido, en poco más de un año de reinado, ganarse la confianza de una gran mayoría del pueblo español. Los últimos datos indican que un 60 por ciento de los ciudadanos avalan el papel de la Corona. Su padre, Juan Carlos I, sólo gozaba de un 49,9 por ciento de apoyo cuando decidió abdicar.

Oro motivo de preocupación, a corto plazo, es la esperada visita que los Reyes tienen previsto hacer a Inglaterra entre los días 8 y 10 de marzo. Preparado meticulosamente por Zarzuela, no se descarta que, si se mantiene la inestabilidad política, el viaje sea finalmente pospuesto. La reina Isabel y su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, han decidido alojar a Felipe VI y a Letizia en el palacio de Windsor, reservado sólo para las visitas cercanas a la familia, ya que lo habitual es que los mandatarios se alojen en Buckingham.

Windsor es el mayor castillo en uso del mundo y ha sido residencia real durante casi los últimos 900 años.