Por mucho que expliquemos a nuestros hijos que ser amables y ayudar a los que necesitea es importante, el mensaje que reciben es que la prioridad es sacar buenas notas y ser feliz. Según un estudio llevado a cabo por Rick Weissbourd, psicólogo de la Universidad de Harvard, solo uno de cada cinco niños creen que a sus padres les preocupa más que sus hijos sean buenas personas que sus logros académicos o su felicidad personal.

El proyecto Making Caring Common ("Hacer de la solidaridad algo común") ha realizado una encuesta a 10.000 alumnos de secundaria y bachillerato sobre los valores que eran más importantes para ellos. El 80% de estos niños consideraron que los logros personales o la felicidad eran lo más importante.

Aunque padres y educadores aseguran que valoran más la bondad que los logros personales, los niños no les creen. La gran mayoría estaba de acuerdo con la frase "a mis padres les enorgullece más que saque buenas notas que ser un miembro solidario en mi comunidad"

Según Weissbourd, cuando se educa a los niños con estas prioridades, hay un riesgo más elevado de que se den "comportamientos dañinos, como ser cruel, irrespetuoso o deshonesto". Según varios estudios, el 50% de los alumnos admiten haber copiado en un examen y el 75% haber copiado los deberes. Además, vivir de acorde con este standard provoca estrés y depresión.

A partir del análisis de los resultados del estudio, se ha elaborado una guía con las claves para educar a nuestros hijos para que sean mejores personas.

1. Haz que preocuparte por los demás sea una prioridad. Los niños necesitan aprender el equilibrio entre su felicidad y la de los demás. Necesitan oírte decir que ayudar a los demás y ser buenos es la prioridad número uno. Una parte clave para conseguir que interioricen esto es someterles a unas importantes expectativas éticas, como cumplir con lo prometido, aunque les haga infelices. No te preocupes, no lo serán por mucho tiempo. A la larga esto les ayudará en sus relaciones con los demás y, por lo tanto, a alcanzar una felicidad plena. Para ayudarles a reorganizar sus prioridades prueba esto:

- Cambia "lo más importante es que seas feliz" por "que seas bueno".

- Asegúrate de que se dirija a los demás con respeto.

- Cuando interactúes con otros adultos en su vida, enfatiza lo importante que es la amabilidad. Por ejemplo, pregunta a sus profesores si ayuda a los demás en clase.

2. Facilita que tus hijos practiquen la amabilidad y gratitud. Varios estudios muestran que las personas que habitualmente expresan su gratitud suelen estar más dispuestos a ayudar y son más generosos, compasivos e indulgentes; y también ¡más sanos y felices! Como en todos los hábitos buenos, lo importante es la repetición. Prueba esto:

-No le recompenses por cada buena acción como poner la mesa. Se espera del niño que ayude en casa con normalidad, y que sea bueno con sus familiares y vecinos. Recompensa solo las buenas obras que sean excepcionales.

-Habla con tu hijo sobre buenas o malas acciones que haya podido presenciar.

- Haz que dar gracias se convierta en un hábito en las comidas, al acostarse o en el coche. Dad gracias juntos por los que os han ayudado durante el día.

3. Enseña a tus hijos a tener perspectiva. La mayoría de los niños se preocupa por sus familiares y amigos. El objetivo sin embargo, es que nuestro hijo aprenda a preocuparse por alguien de fuera de su círculo, como un niño nuevo en clase, el conserje del colegio o incluso alguien que viva en otro país. Es importante que los niños aprendan la perspectiva de las personas con las que conviven y la de los más necesitados. Para conseguirlo, prueba esto:

- Asegúrate de que tu hijo sea amable y agradecido con las personas con las que se encuentra diariamente, como el conductor del autobús o la camarera.

- Anímale a preocuparse por los necesitados. Dale ideas como consolar a un compañero de clase con el que se meten los demás.

- Utiliza el periódico o la televisión para enseñarle los problemas a los que se enfrentan niños en otros países.

4. Sé un ejemplo de moralidad. Los niños aprenden valores observando cómo actúan las personas que les rodean. Necesitamos practicar la honestidad, justicia y caridad para que nuestros hijos puedan aprenderlo de nosotros. Para que aprendan cómo queremos que se porten con los demás, prueba esto:

- Intenta hacer voluntariado una vez al mes y, si es posible, que te acompañe tu hijo.

- Plantéale a tu hijo un dilema ético como "¿Debería invitar a mi vecino a mi cumpleaños si a mi mejor amigo no le cae bien?". Enséñale como lo solucionarías tú, guiándote por los buenos valores que le estás enseñando.

5. Ayúdales a manejar sentimientos negativos o destructivos. A veces, aunque nuestros hijos quieran ayudar a los demás, un enfado, la vergüenza o la envidia pueden ponerse en su camino. Necesitamos enseñarles a manejar estos sentimientos negativos para que no les impidan preocuparse por los demás. Prueba esto:

- Pídele a tu hijo que pare un momento y respire hondo. Que inspire por la nariz, expire por la boca y que cuente hasta cinco. Enséñaselo cuando esté tranquilo. Cuando se enfade o esté disgustado, ponedlo en práctica. A la larga, lo hará de forma automática y podrá expresar así su frustración sin dejar que afecte a su comportamiento.