El marsellés Christophe Guida prosiguió con éxito el ciclo Órgano en Concierto del Auditorio, mucho más concurrido desde que suma la colaboración de la Sociedad Filarmónica. Progra-ma variado y variopinto, cuya relación con el día de San Valentín -impresa en el programa- es un enigma salvo en la fecha. Estuvieron muy bien las variaciones sobre el coral Nuestro padre, el rey de los cielos, que conforman la sexta y última de las sonatas para órgano de Mendelssohn. Bien digitada y plani-ficada, aunque con tendencia a la aspereza en la registración de llenos. El preludio del Tristán e Isolda wagneriano venció por su propia belleza algunos problemas de transcripción. Un Bach ligero y alegre en el Aria en fa basada en Couperin dio paso a la primera pieza del siglo XX, la Op.7 de Duruflé, Preludio y fuga sobre el nombre de Allain: lúdico y festivo el primero y bien resueltas las cuatro voces de la segunda.
Escrita por el propio organista, la improvisación sobre El ataque de los clones en La guerra de las galaxias fue el tributo a las grandes bandas sonoras del cine, cada vez más frecuentadas por músicos de toda condición. Fantasía y riqueza de medios técnicos antes de abordar el Basso ostinato de Tariverdiev, iniciado en los pies más profundos del pedalero para ascender progresivamente a los niveles medios y superiores del instrumento. Buena trascripción de la pianística Arabesca nº 1 de Debussy, y conclusión del programa con una estruendosa Danza de Philip Glass, bastante pesada en su minimalismo repetitivo y definitivamente áspera en los registros. Los aplausos en la sala se ganaron un bis del organista.