El bólido que cruzó la noche del domingo el cielo de Canarias era un asteroide cercano a la Tierra y su color verdoso se debe al calentamiento por fricción al entrar en la atmósfera terrestre, dijo hoy la investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Julia de León.

La investigadora explicó a EFE que los bólidos que llegan a la atmósfera terrestre se monitorizan con sistemas de triangulación en las cámaras de los observatorios del Teide en Tenerife y del Roque de los Muchachos en La Palma, que graban simultáneamente el evento para luego poder definir su órbita y tipo de objeto celeste.

Al respecto, Julia de León detalló que en este caso no se trató de un cometa sino de un asteroide y precisó que el 95 por ciento del brillo que adquieren se debe a la fricción de sus materiales con el oxígeno de la atmósfera, lo que cambia la ionización y se emite un color que habitualmente se percibe como verdoso.

Esto depende además de sus componentes, pues si el metal predominante es sodio, el color será anaranjado, verdoso si es níquel y cobre y blanco azulado si se trata de magnesio.

En los observatorios se realiza una cadena de esfuerzos conjuntos para detectar este tipo de objetos "en busca de un posible meteorito" que haya podido sobrevivir a la entrada en la Tierra con el objetivo de determinar su procedencia y tipo, añadió De León.

Estos objetos son "en el fondo un poco peligrosos" porque la Tierra recibe sus impactos constantemente aunque la atmósfera los elimina en su mayor parte, pero "no tenemos mucha capacidad para predecir dónde van a caer".

Añadió la investigadora del IAC que estos objetos tienen órbitas excéntricas y en ocasiones atraviesan la atmósfera de la Tierra con lo que, al colisionar con ella, se convierten en las populares estrellas fugaces, y los más brillantes al entrar en ella se denominan "súperbólidos".

Básicamente son pequeñas piedrecitas, los restos de cuando se formó el Sistema Solar que la investigadora del IAC define como "los ladrillos" que han quedado atrapados por la influencia gravitatoria entre Marte y Júpiter, lo que hizo que "no se juntaran para formar un nuevo planeta" sino que quedaron "confinados" en el espacio.

Otra población de asteroides, también por la influencia gravitatoria de Júpiter, se "escapó" de ese cinturón, lo que provocó que se alterase su órbita y de esta manera pueden llegar hasta la cercanía de la Tierra.

En su gran parte están formados por silicatos y metal y un alto porcentaje de estos objetos conservan la composición primitiva del Sistema Solar, basada en carbón y algunos elementos orgánicos, lo que los hace "muy interesantes de estudiar".

De hecho, hay dos misiones planificadas para estudiar estos asteroides primitivos, la japonesa Hayabusa 2, que como su antecesora pretende posarse en la superficie y recoger muestras, y la de la Nasa Osiris-REx, que se lanzará en septiembre de este año y en la que Julia de León participará con el estudio de imágenes.