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Música Dulce Pontes

Una voz para todo el planeta

Una voz para todo el planeta

Dulce Pontes tiene una voz tan grande que el fado, el clásico y el moderno, ya se le queda pequeño. Su espectáculo gira ahora en torno a las músicas del mundo, con estética muy new age, aunque deja algún hueco para recrear la saudade portuguesa, en este caso con un fado antiguo dedicado a las madres. La verdad, poco importa el repertorio, porque la garganta de la cantante lusa es la protagonista principal, hasta el punto de hacer olvidar todo lo que hay alrededor: la música, las letras y hasta el propio escenario. La voz de Dulce Pontes no es un instrumento más, es su herramienta de trabajo en los conciertos. Y tiene tantos registros, tantos matices, que al público le puede quedar la sensación de que ha visto a diez cantantes distintas. Hasta sus gemidos tienen una belleza excepcional.

Pese a que a esa hora competía con la gala Drag y con la final de baloncesto, casi llenó el Auditorio Alfredo Kraus y deleitó durante dos horas, hasta el apoteosis final con Cançao du mar, su tema más conocido. Inició el concierto sentada al piano, con el único acompañamiento del contrabajo. Desde el teclado interpretó La bohemia de Charles Aznavour, en su versión española, canción que se incluirá en su próximo disco, Peregrinaje.

La entrada del resto de la banda dio un giro hacia la fusión de ritmos, la denominada world music, en la que parece sentirse tan a gusto como con el fado. En ese trayecto hizo varias paradas en Sudamérica, con temas como Alfonsina y el Mar, un clásico que recibió el mayor aplauso del público, o La guitarra, una antigua canción de Atahualpa Yupanqui y León Gieco.

La entrada de Kepa Junquera llevó el concierto hacia la música tradicional del País Vasco -Maitia Nun Zira- e indirectamente al folclore canario, pues músico bilbaíno recordó sus anteriores pasos por la Isla y rindió un homenaje al timplista José Antonio Ramos, al que dedicó unos fandangos con su trikitixa.

Dulce Pontes apareció vestida como una reina de cuento de hadas y se fue desprendiendo de piezas durante el recital hasta acabar danzando descalza y con unas campanillas en cada tobillo. Es una artista total, que tanto rebusca en las raíces galaicas como en los ritmos africanos y asiáticos. El mundo es muy grande y su voz puede con todo.

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