Paseos por Marte, joyas que envían mensajes de emergencia, paraguas que avisan de la inminencia de la lluvia, lanzamiento de teléfonos, cámaras térmicas y hasta ejecutivos que critican la desconexión del congreso con la sociedad: el Mobile World Congress te da sorpresas. Curiosamente, el móvil cada vez tiene menos protagonismo: en este 2016 han brillado más accesorios lujosos, moda, vehículos, realidad virtual, el tan cacareado 5G o las expectactivas que rodean al internet de las cosas.

"Todas estas compañías enormes están buscando el próximo gran fenómeno que las haga crecer", explica a Efe el responsable de diseño y "cuestionador de tendencias" de la consultora Fjord (del grupo Accenture), Andrew Beckley, uno de los pocos directivos escépticos y críticos con las tendencias del congreso. "Hay una desconexión total de la sociedad", ha lamentado Beckley, quien prevé que en años venideros la industria tendrá que ser menos fría, humanizarse y "redemocratizarse": "El año que viene tendremos un Social World Congress en lugar de un Mobile World Congress".

En esta edición, la realidad virtual ha venido a salvar a aquellos que desean evadirse por un rato de este ajetreo tecnológico: con sólo colocarse un casco en la cabeza, los asistentes del Congreso pueden escapar de una tormenta de arena en Marte, ponerse los esquís para dar vertiginosos saltos en la nieve o pintar un cuadro en mitad de la galaxia.

Una experiencia más prosaica y menos emocionante sale al encuentro del visitante: lavarse los dientes. Y es que Oral B defiende la higiene dental inteligente. Conectado al móvil, su cepillo Genius controla el recorrido, la duración y la intensidad del cepillado y enseña cómo mejorar la limpieza bucal. Otro capricho es Ôia, una plataforma conectada sobre la que se posa un vaso o botella para controlar la cantidad de agua que se bebe durante el día y para recordar, a través de luces, cómo conseguir una hidratación óptima.

Y ese espíritu de controlar cualquier variable de nuestro entorno -el llamado internet de las cosas- alcanza su cénit con Oombrella, un paraguas que avisa al usuario cuando va a llover o cuando se lo deja olvidado en algún lugar. La tecnología está, aunque no se ve, en Halo, un brazalete creado para que las mujeres puedan, haciendo un gesto sencillo con la muñeca, enviar su localización a un contacto si se encuentran en una situación de peligro. Con el aspecto de una pieza de bisutería, se conecta al móvil por bluetooth. Su precio, alrededor de 200 euros.