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Entrevista a Ramón Cacabelos

"La vacuna contra el alzhéimer será una realidad dentro de 10 años"

"La vacuna podría llegar al 30% de la población afectada por esta enfermedad degenerativa", afirma el presidente de la Asociación Mundial de Medicina Genómica y presidente de Euroespes

El catedrático de Medicina Genómica Ramón Cacabelos, ayer, durante su visita a Gran Canaria. YAIZA SOCORRO

¿En qué consiste la vacuna contra el Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad que se manifiesta a partir de los 60 o 70 años, pero realmente empieza a destruir nuestro cerebro desde que éste deja de madurar, entre los 30 y 35 años. Por lo tanto, tenemos de 30 a 40 años de muerte progresiva y gradual de las neuronas. Los cuatro medicamentos que están en el mercado son obsoletos en términos curativos. Lo que estamos buscando es un tratamiento capaz de interceptar ese proceso de muerte progresiva que empieza muchísimos años antes de que se manifieste la enfermedad. En el momento en el que la enfermedad da síntomas, han muerto tantos miles de millones de neuronas que cualquier tratamiento que des no va a resucitar las neuronas muertas. La curación, si algún día la conseguimos, no pasa por tratar cuando aparecen los síntomas, sino por prevenir la muerte de esas neuronas.

¿Cuál es el origen de esta vacuna?

En el año 1999 se presentó el primer modelo de vacuna en Estados Unidos que atacaba los depósitos de beta- amiloide, ya que a medida que van muriendo las neuronas se forman depósitos de una proteína tóxica en el cerebro, que es característica del Alzheimer. Entonces, se diseñó una serie de anticuerpos dirigidos a limpiar esa proteína beta- amiloide. En el año 2001 la agencia FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) aprobó los primeros ensayos clínicos con esa vacuna, pero fueron suspendidos porque generaba una meningoencefalistis letal que acabó con la vida de 17 personas. Las empresas farmacéuticas cogieron miedo a la vacuna y se detuvo la investigación, pero la estrategia era muy buena porque en los pacientes que no tenían esa reacción había una mejoría. En 2005 decidimos mejorar la tecnología de esa vacuna, intentando evitar los dos problemas fundamentales: la melingoencefelatitis y, en muchos casos, la aparición de microhemorragias. Tomando esa idea, diseñamos un modelo completamente nuevo que camufla el antígeno que introducimos en el organismo del paciente en unos liposomas, que son como unas pompitas de jabón microcóspicas, y enriquecemos el liposoma, de tal manera que obviamos dos cosas: Por una parte, camuflando el antígeno dentro del liposoma para que "la policía de nuestro cerebro" no ataque las neuronas y, mediante el enriquecimiento del liposoma, potenciamos la supervivencia neuronal. Esto lo testamos en animales transgénicos. Pusimos los tres genes que causan la enfermedad en la especie humana, lo insertamos dentro del genoma de los ratones y generamos un Alzheimer. Diseñamos una doble estrategia: preventiva y terapéutica. La estrategia preventiva consistía en administrar la vacuna mucho tiempo antes de que apareciera la enfermedad y la estrategia terapéutica en administrarla una vez que empieza la enfermedad. Nos encontramos con la grata sorpresa de que el 90% de los ratones respondían fabulosamente a la estrategia preventiva, es decir, cuando les dabas la vacuna no desarrollaban la enfermedad. Además, aproximadamente en el 80% cuando le dabas la vacuna en los primeros síntomas se detenía la enfermedad. Presentamos los resultados en la oficina de patentes en el año 2011, presentamos públicamente la vacuna en el año 2012 y en estos tres últimos años hemos concluido todos los estudios básicos, de manera que la vacuna está preparada para poder empezar con los ensayos clínicos en cualquier momento.

¿Cuándo empezarían los ensayos con humanos?

Técnicamente la vacuna está lista para empezar, ahora es un problema fundamentalmente económico y de permisos oficiales. Depende de las negociaciones de las empresas que se involucren en el estudio multicéntrico a nivel internacional.

¿Existen otras vacunas?

Desde que sacamos nuestra vacuna, han aparecido ya un gran número de ellas en todas partes. Ahora mismo hay una carrera terrible entre China, Japón, Estados Unidos y Europa. Al menos hay 22 vacunas registradas de tecnología parecida, de las cuales seis han sido ya introducidas en ensayos clínicos en humanos.

¿Son todas igual de eficaces?

No son todas iguales ni son todas igual de eficaces. Decir cuál es la mejor es complicado. Desde un punto de vista técnico, la nuestra es mejor por su característica dual: preventiva y terapéutica. Pero probablemente como preventivas todas sean muy similares.

¿Cuándo se podría empezar a suministrar estas vacunas?

Por mucho que queramos correr, nos movemos en un plazo de seis a 10 años. Hay que tener en cuenta los requisitos formales, permisos, licencias, tiempos de ejecución...

¿Se suministraría a pacientes jóvenes?

Deben ser vacunas selectivas. El mensaje es que la vacuna podrá ser muy útil, pero no servirá para todo el mundo. Servirá para aquellas personas cuyas características genómicas estén adaptadas al perfil de la vacuna.

¿Cuántas personas se podrían beneficiar?

Puede llegar a un 30% de la población con Alzheimer, que es una cifra muy importante. Es una población muy selectiva, primero debe haber historia familiar de este enfermedad, y, segundo, que estén tipificadas genéticamente. Es decir, lo que tenemos que hacer es precisamente identificar la población a riesgo, algo que venimos haciendo hace años, y sobre esta población actuar antes de que se desarrolle la enfermedad.

Entonces, ¿se aplicaría antes de que aparecieran los primeros síntomas?

Con nuestra vacuna se pueden hacer las dos cosas. Lo ideal con cualquier tipo de vacuna es evitar que la enfermedad aparezca. Lo lógico es que esta intervención preventiva se haga en aquellas personas a riesgo, 10, 15 o 20 años antes de que se manifieste la enfermedad. Por ejemplo, en una familia la demencia aparece a los 70 años, pues la persona debería vacunarse a los 45 años.

¿Cuándo se comprobarían los resultados de la vacuna?

Se puede ver con técnicas de imagen y de cuantificación en sangre de niveles de proteínas beta-amiloides. Hay una serie de marcadores para que podamos ver cómo evoluciona la enfermedad en nuestro organismo.

Esto significa cambiar el concepto porque la vacuna se identifica con la prevención de enfermedades infecciosas.

Es un concepto revolucionario. La vacunación siempre se centró en la profilaxis en aspectos microbianos o víricos. En estos momentos se está utilizando en enfermedades degenerativas, pero también en otras, como cáncer o sida. Es un concepto que va a eclosionar en la mayoría de las enfermedades prevalentes en nuestra sociedad. En el caso del Alzheimer tiene lógica porque es una enfermedad cuyo mecanismo patogénico más importante es la muerte progresiva de las neuronas, por lo que no tiene ningún sentido empecinarte en tratarla cuando da síntomas. Cuando realmente aparece son tantos los destrozos que tenemos en el cerebro que las posibilidades de ser eficaces son mínimas. La prueba es que intentamos conseguir medicación desde hace 50 años y los cuatro medicamentos que tenemos siempre llegan de alguna manera tarde.

¿La aplicación sería como la de una vacuna tradicional?

Suele ser una inyección subsucutánea. La aplicación de nuestra vacuna sería una inyección cada tres meses, lo que no conlleva mucha dificultad para el paciente. Lo que es importante es conseguir que sean tratamientos asequibles. Yo espero que sí, que sea técnica y económicamente asequible.

Su anuncio sobre la vacuna contra el Alzheimer ha recibido críticas en España cuestionando su desarrollo y eficacia en humanos.

Cualquier novedad científica conlleva siempre una serie de defensores y detractores. Desde luego, en mi opinión, este tipo de planteamientos son anticientíficos. Pero si nos paráramos ante cada obstáculo, la ciencia no avanzaría.

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