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Urra: "Educar es fortalecer a los niños para que no se quiebren como el cristal"

"Mueren más jóvenes por suicidio que en accidentes; quizás le piden a la vida más de lo que les puede dar", señala el psicólogo, experto en educación

Javier Urra. XOÁN ÁLVAREZ

¿Hay poca tolerancia a la frustración entre la juventud?

Muy poca. Yo no comparto al 100% que la vida sea la búsqueda de la felicidad, aunque sí del bienestar. Me parece que hay que educar a los niños, que es fortalecerlos para que no se quiebren como el cristal. Y trabajar también la resiliencia.

¿Son más frágiles?

Tenemos un problema: hoy algunos jóvenes de entre 18 y 24 años se suicidan. En España en esa franja mueren más por suicidio que por accidentes de tráfico, cáncer o infartos. Quizás porque le piden a la vida más de lo que les puede dar.

¿Es la educación la pócima mágica?

Tenemos claroscuros, pero la palanca está en la educación. Hay que hablar del perdón y la capacidad de olvido, porque no quiero que un hecho del pasado hipoteque el presente o el futuro. Es importante el humor y la capacidad para reírse de uno mismo. Yo soy psicólogo y todo el mundo me dice que tiene problemas de memoria, pero nadie que tiene problemas de inteligencia, lo cual me hace gracia.

El no-acuerdo que se muestra con la investidura fallida, ¿es ejemplo para los escolares?

Yo creo que todos somos políticos. Me gusta La República, de Platón. Y no sé si lo que fallan son los políticos. ¿Se ponen de acuerdo en las comunidades de vecinos?

Educar para un mundo pequeño y global, titula su conferencia. ¿El mundo se ha hecho más pequeño?

Más pequeño y más próximo, en realidad. Yo creo que lo que ha cambiado en nuestra sociedad es el criterio espacio-temporal: las distancias físicas se han acortado mucho en los últimos tiempos. Mi hijo está en Washington y mi nieto en Buenos Aires y tenemos una conexión directa vía Skype. Sus hijos podrán tener una expectativa de vida de 100 años.

Más que futuro, presente...

Efectivamente, eso ya es un presente real. Pero al final, los valores y las virtudes esenciales de las personas no cambian. Un niño del futuro va a llorar por cosas más o menos similares y a frustrarse por lo mismo; va a tener más o menos las mismas preocupaciones y a sentir que la vida es injusta en algún momento, así como momentos de felicidad y otros de auténtico sufrimiento, como ahora. Y al final de la vida se preguntará '¿mereció la pena?'. Y quizás la única respuesta es '¿para qué he vivido?' Yo hablo del agradecimiento de quienes nos han precedido. Y recupero el cuadro de Las Meninas porque creo que a veces no te ves en el espejo, sino en los ojos del otro.

¿Se podrá atacar la semilla de la violencia de género?

Me preocupa muchísimo, pero creo que tiene muy mal pronóstico. Creo que no estamos atacando la raíz del problema, sino cortando las hojas del árbol. Como psicólogo forense y con más de 30 años de experiencia en la Fiscalía, sé que decir que fue una emoción o un trastorno transitorio no es verdad. La gente en nuestro país hace lo que quiere hacer, hasta quien mata a sus hijos para hacer daño a su expareja sabe lo que hace. Y tiene una fuerza terrible que se llama odio.

¿Qué cree que se puede hacer contra la involución de los adolescentes hacia actitudes de control?

Sensibilizar a la sociedad. Y a los niños pequeños proponerles un juego: el que no sabe lo que siente el otro, pierde. Educar a los niños para expresar emociones y reconvertirlas en sentimientos; tengo interés en que usen el lenguaje como colchón afectivo. Nos cuesta expresarnos delante de los demás. Y tienen que compadecerse de las injusticias y del sufrimiento ajeno.

¿Es posible que se esté cosificando a las personas?

El de la posesión es un criterio peligrosísimo: 'Es mi mujer'. Cuando se rompe una pareja es un fracaso y hay quien no tiene cortafuegos y pasa de la frustración a la agresión.

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