El monstruo Tully, una criatura del mar extrañamente configurada con dientes al final de una estrecha extensión en forma de trompa en su cabeza y ojos que ubicados a cada lado de una barra larga rígida, es parte del mismo linaje que la lamprea moderna, según una nueva investigación.

Un equipo dirigido por paleontólogos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, ha determinado que este animal de 300 millones de años de edad, de tan sólo un pie de largo (unos 30,5 centímetros), era un vertebrado, con agallas y una varilla reforzada (o notocorda) que sustentaba su cuerpo.

"Estaba intrigada por el misterio del monstruo Tully. Con todos los fósiles excepcionales, teníamos una imagen muy clara de cómo era, pero no de qué era", explica Victoria McCoy, autora principal del trabajo, publicado en la revista 'Nature', y que realizó su investigación como estudiante graduada de Yale y ahora está en la Universidad de Leicester, en Reino Unido.

Durante décadas, el monstruo Tully ha sido uno de los grandes enigmas fósiles. Fue descubierto en 1958, descrito por primera vez científicamente en 1966, pero nunca ha sido identificado definitivamente, incluso al nivel de filo, es decir, asignado a uno de los principales grupos de animales. Oficialmente conocido como 'Tullimonstrum gregarium', lleva el nombre de Francis Tully, el cazador de fósiles aficionado que llegó hasta él en los pozos mineros de carbón en el noreste de Illinois, Estados Unidos.

Finalmente, se hallaron miles de monstruos Tully en el lugar, incrustados en concreciones --masas de roca dura-- que se formaron alrededor de los monstruos Tully fosilizados. Tully donó muchos de sus ejemplares al Museo Field de Historia Natural, que colaboraron en el estudio de 'Nature' junto con el Laboratorio Nacional de Argonne y el Museo Americano de Historia Natural.

"Básicamente, nadie sabía lo que era", recuerda Derek Briggs, profesor de Geología y Geofísica en Yale, conservador de paleontología de invertebrados en el Museo Peabody de Historia Natural de Yale y coautor del estudio. "Los fósiles no son fáciles de interpretar y varían un poco. Decidimos aplicar cada técnica analítica posible en esta especie", añade.

Usando una colección de 2.000 ejemplares del monstruo Tully, el equipo analizó la morfología y la preservación de las diversas características del animal. También se aplicaron potentes nuevas técnicas de análisis para determinar los rasgos físicos de este animal.

Los investigadores concluyeron que el monstruo Tully tenía agallas y una notocorda, que funcionaba como una médula espinal rudimentaria. "Es tan diferente de sus parientes modernos que no sabemos mucho acerca de la forma en que vivió --apunta McCoy--. Tenía los ojos grandes y un montón de dientes, así que probablemente era un depredador".

Sin embargo, algunas preguntas clave sobre monstruos Tully siguen sin respuesta. Nadie sabe cuándo apareció el animal por primera vez en la Tierra o cuando se extinguió. Su existencia en el registro fósil se limita a la explotación minera de Illinois, que data de hace 300 millones de años. "Sólo tenemos esta pequeña ventana", afirma Briggs.