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Antes de salir hacia el cielo

Potaje de berros, especialidades francesas o del sur de EEUU y vinos grancanarios, tras un buffet de ensaladas, la nueva oferta de SSP

Antes de salir hacia el cielo

Bastante ha mejorado la restauración en los aeropuertos; en nuestras escalas hemos comprobado cómo cada vez existe más competencia y por consiguiente calidad. Ya hay ocho con estrella Michelin. Uno está en España, Málaga. Y de esta ciudad es Blanca Ripoll, gerente nacional de la transnacional de restauración en ruta SSP, la mayor del mundo. Misma que gestiona el comedor malacitano. Y 37 unidades en Canarias; 14 de ellas en Gran Canaria que dirige Juan Miguel Arouni Jaber, jefe de operaciones que fue de Hecansa. Un crack en la gestión hostelera.

El pasado día 10 fuimos convocados por Ripoll a conocer su nuevo restorán en nuestro aeropuerto -que casi todas las azafatas ya lo anuncian "de Gran Canaria". The Garden, que acababa de aterrizar muy seguro él, pues este año pasarán por las "puertas de embarque" más de once millones de viajeros. Se presenta con un servicio novedoso, al menos en nuestro archipiélago: un buffet-self-service con hortalizas y legumbres así como aderezos para que cada uno componga su ensalada. E importante es el énfasis en sopas y potajes de verduras o de legumbres; o en los platos principales, elaborados a la vista: carnes y pescados emparrillados; o guisos y estofados. Una comida con postre, 8,50 euros; con lo que compite holgadamente con los "restaurantes de servicio" urbanos. Bebidas aparte. Vinos insulares por copas o botellas: Tajinaste y Mondalón. No hay en toda la ciudad un comedor tan chulo y con esa relación precio-calidad.

El comedor se desarrolla en un espacio original: alegre y luminoso, lejos de los elementos fríos y perfiles tecnológicos de los nuevos aeropuertos. Es colorista: atractivos murales pintados a mano, elementos de esparto y madera. Y una cocina abierta en donde el comensal solicita los platos principales. El horario va de 7.00 hasta las 19.00 horas, por lo que ofrece desayunos, y de "cuchillo y tenedor" como el célebre y muy esperado ya en Gando, English Breakfast (dos huevos al gusto, salchicha, bacon, judías con tomate, tostadas, mantequilla y bebida caliente) por 5,80 euros; es decir, lo que cuesta por allí más o menos un bocata. Por ejemplo: en un bar de la avenida de Las Canteras, Mad Bread, dos huevos, bacon, croisant, yogur, zumo y café, 7 euros. Y también pretende convertirse, por lo variado y casero, en el comedor de los empleados del aeropuerto.

Catamos varios platos: un impecable Potaje de berros, que cocina el isleño Domingo Pulido (sin zanahoria, lo ortodoxo); y el asturiano José Ordóñez hizo uno de su tierra: de coles con chorizo. Pero el trío de cocineros, que lo redondea Ramón Romero, se aplica con un tiernísimo solomillo de cochino a la salsa a la mostaza de Dijon o dorados costillares de cochino horneados al estilo tejano. Ambos con guarnición de arroz blanco o papas fritas y coleslow, o Barbacoa sauce hecha en la cocina. Finalmente, una tarta horneada para la ocasión por ese entusiasta trío de "tocas blancas"; uno de ellos, Domingo Pulido, con cuarenta y tres años haciendo de comer allí mismo, se convierte en testigo imprescindible para cantar el devenir de la restauración en Gando.

Con sinceridad, estamos deseando viajar en horas propias tanto para hacer allí el desayuno inglés como el almuerzo o la cena temprana, evitando los "palos" de a bordo: comistrajes de cartón y plástico. El "pedo frío", que acuñara el maestro Néstor Luján.

En fin, un paso hacia la excelencia, que es el mejor reclamo ¡y por el estómago! en el compromiso de hacer turistas o viajeros satisfechos, fin último de cualquier empresa de servicios. Y ¡chapeau! a SSP, que sabiendo que sus clientes son cautivos, pues gestiona toda la restauración del aeropuerto, ha dado muestras de sensatez y honestidad al ofrecer un restorán distinto con una cocina que se aleja de lo típico. Amén de implementar unos precios, como mínimo, al nivel de la capital. Está situado al terminar la cola del control, aun en la zona "de tierra". Por lo que se puede comer sin ser viajero o aviador.

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