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Entrevista a Lorenzo de Medici

"La gente nos paga a los Medici una admiración que a veces te sorprende"

"Ir a Florencia con amigos es una pesadilla, siempre me piden que les enseñe la ciudad", cuenta el escritor, exdiseñador y último descendiente de la gran casa toscana

Lorenzo de Medici. GUILLERMO LANZOS GIRARD

Desciende de la casa de los Medici de Florencia, mecenas de las artes y grandes intrigantes del Renacimiento. Escritor, exdiseñador, productor de vinos, acaba de sacar su última novela, La palabra perdida (Espasa, 2016), una intriga en torno a una tablilla del antiguo reino de Ugarit que, a lo largo de 3.500 años, se despliega en diferentes lugares y épocas, y en la que, por supuesto, aparecen sus antepasados, como el cardenal Giuliano de Medici, futuro Papa Clemente VII (1478-1534). Lorenzo de Medici (Milán, 1951) tiene el encanto y la educación de las élites de antaño, aunque sabe que aquel tiempo pasó. "La gente nos paga a los Medici una admiración que a veces te sorprende", asegura en esta enrevista Y se toma con mucho humor ese pasado. "Ir a Florencia con amigos es una de mis pesadillas, siempre piden que les enseñe la ciudad", bromea.

Vive en España.

Desde hace casi veinte años. Buscaba un país nuevo, con sol y mar. En Italia, a la gente de familias conocidas nos persigue la prensa rosa, hay una curiosidad morbosa. Es difícil que a uno se le reconozca como autor. En España son más discretos.

Ha hecho de todo, hasta ha sido diseñador de moda.

Trabajé para grandes empresas, diseñé para la UEFA, pero lo dejé hace mucho, después de 16 años. Me cansé de ese ambiente, es un mundo de histéricos que sólo se puede aguantar dos años.

Diseñó muchas corbatas.

Centenares, pero ya no me las pongo. Dije: "¡Ah, basta!". Sólo las llevo en situaciones en las que te ves obligado.

Y produce vino.

De la literatura no se vive, hay que organizarse.

Viene de una familia con fama de envenenadores.

Los Medici tienen mala reputación. Es cierto que ha habido cuatro o cinco situaciones particulares, pero a lo largo de varios siglos. Catalina de Medici (1519-1589), la reina francesa, por ejemplo, no envenenó a sus hijos. Ha sido muy maltratada por los franceses. Sí es cierto que Fernando (1549-1609) envenenó a su hermano Francisco María, pero porque se había casado con una mujer un tanto ligera.

Otros tiempos.

Los Borgia envenenaron a medio mundo. Era lo más rápido para librarse de enemigos. Ahora también se les destruye, con otros métodos, como las malas lenguas. No ha cambiado tanto.

¿Qué supone hoy ser un Medici?

Quien nos hace diferentes es la gente. Nos pagan una admiración que a veces te sorprende. Trato de no defraudarles, aunque tampoco tengo que jugar un papel que no es el mío. En mi familia hemos vivido una vida muy particular, en la que optamos por el arte. Pero no trato de dar lecciones.

¿Va mucho a Florencia?

Es una de mis pesadillas, ir a Florencia con amigos, porque siempre me piden que les enseñe la ciudad, siempre los mismos sitios. Por lo demás, es una ciudad maravillosa, una joya.

Escribe, sobre todo, novela histórica.

También he escrito ensayo histórico. Me siento cómodo en los dos géneros, dando rienda libre a la fantasía, pero también con el rigor del ensayo. Para mis novelas, siempre busco un personaje real, de mi familia, más o menos desconocido, pero hay que mantenerlo a tono con la historia. Puedo dar alguna pincelada histórica, pero no puedo ser el profesor de Historia de mis lectores.

En La palabra perdida

Fue un gran cardenal, pero un Papa malísimo. En su época se produjo el cisma de Lutero. Hubo un laissez faire, el Papa no fue informado, se gestionó muy mal. Se podía haber evitado.

Un largo viaje el de esa novela.

Tenía en mente la historia de una amante del cardenal Giuliano e iba a titularla La mujer del Cardenal. Pero me parecía un poco sosa, caía en la novela romántica. La idea de ir al origen, a cómo se creó la tablilla de la novela, me surgió en un viaje a Siria, antes de la guerra, en el que visité las ruinas de Ugarit.

Poco queda en pie allí.

Es horrible, la gente no se da cuenta de lo que es esa guerra de múltiples frentes. Nos estamos comportando muy mal. Están destruyendo el patrimonio de miles de años simplemente por provocar a Occidente.

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