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El pájaro azul echó a volar hace una década

Twitter cumple 10 años como red social influyente, pero lastrada por el agujero económico y estancada en usuarios

El pájaro azul echó a volar hace una década

No es probable que Jack Dorsey imaginara aquel 21 de marzo de 2006 que unas simples palabras harían historia en el mundo digital. Su mensaje Just setting up my twttr ("Justo creando mi cuenta de Twitter") fue, según la versión más extendida, el primer tuit lanzado al ciberespacio, y en ese debut estelar su autor ni siquiera gastó los 140 caracteres de que disponía en la recámara. Una década después, las red social del pájaro que pía y pía sin descanso -que nació como herramienta de comunicación interna vía SMS de una empresa- vive instalada en la contradicción: su popularidad e influencia como escaparate, altavoz y patio global chocan con su mala salud en la Bolsa y su ralentización en el ritmo de crecimiento de usuarios.

Los datos tuitean por sí solos: si el número de tuiteros en el primer trimestre de 2014 subió un 25%, hasta los 258 millones, en el último trimestre del año pasado se quedó en el 9%, 320 millones. Más, sí, pero a menos velocidad. Y eso es funesto en la pelea en el alambre caliente de internet, con otras redes como Instagram subiendo como la espuma (400 millones) y Facebook intratable con sus 1.500 millones, sin olvidar la amenaza creciente de Snapchat (sobre todo entre los jóvenes) y la mensajería instantánea de WhatsApp y similares. Twitter tiene en todo el mundo 320 millones de usuarios activos. En Las Palmas de Gran Canaria hay 11.375 usuarios registrados (3.973 activos) y en Santa Cruz de Tenerife 8.350 registrados (2.684 activos), según un estudio sobre usuarios de Facebook y Twitter en España.

Jack Dorsey, que se puso al frente de una compañía en plena tormenta a mediados del año pasado para intentar corregir el rumbo, tiene además la losa gigantesca de un modelo de negocio que no ha podido monetarizarlo a diferencia de Google o Facebook. O sea: cómo ganar dinero con él. Las pérdidas de 521 millones de dólares en 2015 hablan pestes por sí solas. Las previsiones de los expertos apuntan que este año los ingresos publicitarios serán de 2.610 millones de dólares, por debajo de los 2.950 millones proyectados. Nadie duda del poder inmenso de Twitter como arma de influencia masiva, generadora de noticias, alimentadora de polémicas, difusora de mensajes al instante a escala mundial y zona caliente de debates, pero si esa influencia no logra tocar la tecla de la caja registradora, el futuro de la red puede ser muy negro, y los cambios o novedades que intenta Twitter desde hace meses no han tenido el éxito buscado, salvo la aplicación Periscope de vídeo en directo. Tampoco favorece a su imagen la polémica que surge cada dos por tres por los casos de extremada virulencia que se producen desde la impunidad del anonimato (hay famosos que han huido literalmente por la lluvia de insultos recibida, o se quejan amargamente como el actor Dani Rovira). Twitter es también hemeroteca virtual y no siempre se sale bien parado cuando, por ejemplo, de un político se rescatan tuits de hace años en los que decía cosas que ahora no le conviene decir.

Frente a los datos negros del pájaro azul que pueden hacer peligrar su futuro, la red puede presumir de haberse colado en la conciencia colectiva convirtiendo términos como trending topic (tema del momento), memes (montajes fotográficos casi siempre humorísticos sobre los personajes del día) o hashtag (la etiqueta #, nacida en 2007). Y aunque son muchos los famosos que están más pendientes de Instagram ahora mismo para pescar seguidores, superar listones en Twitter sigue siendo un trofeo que lleva a algunos, como Paco León, a desnudarse para celebrarlo. Pero el pionero fue el actor Ashton Kutcher en abril de 2009: el primero que reunió a un millón de seguidores en su cuenta.

Más espectacular fue el hito protagonizado el 15 de enero de 2009 por Janis Krums al tuitear la fotografía de un avión que amerizó en el río Hudson de Nueva York tras fallar el motor. Aquella imagen de la nave semihundida se hizo viral. A lo largo de estos diez años muchos han sido los mensajes que hicieron arder las redes (un verbo que, con "arrasar", se ha convertido en herramienta habitual en los titulares de prensa) pero algunos han sido especialmente relevantes, como el primer tuit espacial del astronauta T. J. Creamer en enero de 2010, o las imágenes y textos de Scott Kelly desde la Estación Espacial Internacional contando su odisea en el espacio. Repercusión en el cielo y también en la tierra al ser pantalla y mecanismo de comunicación, como se demostró durante la Primavera Árabe de 2011, el terremoto de Chile, los atentados en el maratón en Boston de 2013 o el 15-M en España. La muerte del sudafricano Nelson Mandela en diciembre de 2013, los Mundiales de fútbol de 2014 o los trágicos atentados de París en 2015 se convirtieron en algunos de los trending topics mundiales más importantes, a los que habría que sumar el abrazo del presidente estadounidense, Barack Obama, con la primera dama, Michelle Obama, tras la victoria en 2012 (la campaña de Obama, por cierto, basó gran parte de su impacto en su inteligente uso de Twitter).

La palabra tuit fue aceptada por la Real Academia en octubre de 2014. No suele ser habitual tanta celeridad pero demuestra el impacto de un fenómeno social sin el que los Goya o los Óscar no serían lo mismo, y que llega a ocupar la franja inferior en muchos espacios de televisión, pero fracasa a la hora de sacar rendimiento a su inmenso caudal de datos, intimidatorio para muchos usuarios que buscan más filtros, mejores cribas: unos cauces más limpios de polvo y paja. A Dorsey le queda mucho trabajo por delante si no quiere que el pájaro azul acabe desplumado.

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