"Lo hice por necesidad y porque sé que esa comida se tira a la basura. Solo cogí dos panes duros y cuatro lonchas de queso amarillo porque esa noche no tenía qué dar de cenar a mis dos niñas. Estaba desesperada y no lo pensé". Son las palabras de Yurena, una trabajadora del centro municipal de acogida para personas sin hogar de Santa Cruz de Tenerife, conocido como albergue, que ha sido despedida por parte de Serunion, empresa a la que el Ayuntamiento de la capital tinerfeña adjudicó el servicio del comedor del albergue, por haberse llevado comida a su casa.

Algo asustada y con la mirada agotada, la joven relata que todo ocurrió el 11 de marzo a las nueve de la noche. "Solo pensaba en que no tenía qué dar de comer a las niñas cuando llegara a casa. Todas las mañanas traen el pan temprano, por lo que los que yo cogí ya estaban duros y se iban a tirar a la basura, al igual que el queso, del que solo me llevé cuatro lonchas para hacer dos bocadillos para mis hijas. Se ve que alguna compañera me vio. Yo me sentí fatal y llamé a Ana Mendoza para contárselo. Ella me recomendó que dijera la verdad y así lo hice. Me reuní con el encargado y le confesé lo que había ocurrido. Él me dijo que no pasaba nada, pero que no lo volviera a hacer y que si alguna otra noche estaba necesitada, él mismo me daba el pan", dice Yurena.

Sin embargo, el miércoles, casi 20 días después de los hechos, la empresa Serunion entregó la carta de despido a Yurena, alegando una "falta muy grave" y describiendo que se había llevado tres panes, aunque la joven dice dos, y 150 gramos de queso gouda.

Para la empresa, Yurena ha cometido "una actuación netamente incumplidora que violenta los más básicos deberes derivados de la relación laboral". "Valorando la gravedad de los hechos, ante la pérdida de confianza absoluta que de los mismos se deriva para la dirección de la compañía, así como por la repercusión que tuvieron en el centro y para evitar mayores perjuicios, es por lo que la empresa procede a aplicar la máxima de las sanciones, el despido disciplinario", dice la entidad en la carta de despido entregada en mano a la ya extrabajadora del albergue.

Yurena asegura que el miércoles no pudo levantarse de la cama en todo el día. "Me cuesta creer lo que me ha pasado. Es injusto. Yo no le he robado la comida a los usuarios, la cogí de los restos, de lo que se iba a tirar a la basura. Incluso pedí a la empresa que me dejaran pagar el pan y el queso, pero me echaron. Estaba desesperada y solo pensaba en que mis niñas ese día no tenían nada para cenar. Ahora no me quieren ni indemnizar", dice.

Esta joven trabajaba en el comedor del albergue desde 2011 con la anterior empresa y fue subrogada por Serunion hace un mes y medio. Dice que cobra unos 400 euros por las horas que trabaja. Está esperando por una casa del Gobierno canario desde hace siete años, según cuenta, y ahora se encuentra ocupando de manera irregular una vivienda de la capital. Ana Mendoza anuncia que ya un abogado se ha puesto en contacto con ella para llevar este caso. Asimismo, dice que los propios usuarios del albergue están dispuestos a recoger firmas a favor de Yurena.