Pata negra servido por Jamones Joselito; carajacas elaboradas por el chef Mario Hernández; quesos isleños de distinta denominación cortesía de Bolaños; pata de cochino al corte horneada en Vegueta por Carlos J. Ramírez Alonso, sardinas fritas y morcilla de Teror también frita; y las siempre agradecidas papas con mojo. Estos fueron los entrantes con los que la Cofradía del Puchero Canario de las Siete Carnes recibía ayer a mediodía a los 145 comensales que se dieron cita en el restaurante El Padrino, en Las Coloradas, en la que era la XXVI edición del festín del puchero.

Es la segunda vez que esta cumbre gastronómica, que rinde homenaje al tradicional plato canario se celebra en El Padrino, siempre con la coordinación del cofrade invitador, crítico gastronómico y colaborador de LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas, Mario Hernández Bueno y con la asitencia de Humberto Rodríguez, propietario y chef de El Padrino, y Paco Corral, dueño del restorán Vieramar, en la localidad de Pontevedra. Corral brindó a los cofrades un postre de lujo para rematar un copioso menú: Cheesecream entre hojaldre al Ron La Aldea.

Hubo más representación gallega con la presencia del chef José José Luis Iglesias, que repitió este año tra el hermanamiento de la Cofradía del Puchero con el cocido de Lalín, que prepara Iglesias para unos mil comensales. Él fue quien trajo los chorizos y lacones.

No hay puchero sin conversa generosa, porque de eso trata esta reunión de amigos que olvidan durante unas horas su condición profesional. "El año vinieron más comensales foráneos con unas 60 personas llegadas de Francia, y del norte de la Península, representantes de las cofradías de la zona", explicaba Mario Hernández Bueno. Es además, un puchero sin políticos. "No los invitamos, y menos en activo, ya que esto podría desvirtuarse, y los que vienen lo hacen como amigos".

Hernández Bueno mientras recibía a los comensales más madrugadores con raciones de Joselito y unas agradecidas cañas de Estrella Galicia. Recordaba ayer Hernández Bueno que este puchero es "el puchero de las bodas, de la gente pudiente, y lo de las siete carnes es todavía un misterio, debe de ser por las siete islas, e incluso hay un plato homólogo en la República Dominicana, que se llama igual". Una "herencia" de "la famosa olla podrida, y que pese a su nombre significa poderío, ollas enormes que desgustaba la realeza y arístocracia española" apunta.

Periodistas, empresarios, jueces, fiscales, abogados, profesionales liberales, y sobre todo amigos, no dudaron ayer en plantarse en Las Coloradas respondiendo a la llanmada colectiva del cofrade invitador. Sin mujeres en la mesa, salvo alguna excepción, y catar trasy dar cuenta del vino, los blancos Garci Grande, y Trescampanas, de Bodegas Gótica, y Rueda, de Anil; y el tinto Coto Mayor, cortesía de Galaco, se entraba en materia

En el comedor, de primero sopa, "que es la esencia del puchero y que nadie se la debe saltar", y acto seguido, los tumbos de garbanzos, verduras, chorizos, tocinos y las siete carnes que le dan nombre: "Uno se hace el menú", sentencia.