El aula magna del Istic en el Campus de Tafira acoge hasta el jueves las XVI Jornadas de Historia de la Iglesia. El lugar, la antigua capilla del seminario en tiempos del obispo Pildain. En el acto de presentación, intervinieron ayer Cristóbal Déniz, director del Istic; Juan Carlos Arencibia, secretario de las Jornadas de Historia de la Iglesia, y el obispo Francisco Cases

Cristóbal Déniz se refirió a la exhortación apostólica del papa Francisco La alegría del Evangelio, en la que se ofrece una parte dedicada a la "piedad popular", y destacó su fuerza evangelizadora. Esta semana pretende ser un acercamiento a lo que es la expresión de la fe del pueblo canario. Destacan tres figuras de obispos: Codina, Verdugo y Pildain. Asimismo, se acercarán distintos acontecimientos como fue el Sínodo diocesano de 1947, la construcción del Seminario, el Concilio Vaticano II, los pobres y la cuestión social. Todo ello favorecerá un mejor conocimiento de la historia de la Iglesia en Canarias.

El secretario de las Jornadas, Juan Carlos Arencibia, recordó sus inicios hace ya treinta años y enmarcó la expresión "religiosidad popular" como el más general y aglutinante de los términos. De ella, han hablado autores como Manuel Alemán en su libro Psicología del hombre canario y Felipe Bermúdez en Fiesta canaria.

El obispo Francisco Cases reconoció la magnitud del trabajo realizado por quienes nos han precedido y afirmó: "Vemos más lejos porque vamos a hombros de gigantes". Milagros Cárcel Ortí, profesora de la Universidad de Valencia, abrió las conferencias con el título Una fuente para la historia de la sociedad religiosa y civil: las visitas pastorales. La segunda ponencia corrió a cargo del Juan Carlos Arencibia que disertó sobre Los obispos ilustrados y la religiosidad popular.

Y cerró el primer día José Miguel Barreto, del Departamento de Historia de la Iglesia, con Pildain: Para algunos llegué demasiado tarde. Antonio Pildain se caracteriza por su defensa de la Iglesia, la formación del clero, su fidelidad a Roma y la opción por los pobres. Su acción más importante es salvar vidas y proteger a las víctimas y sus familiares de la represión franquista. Llega a Gran Canaria el 19 de marzo de 1937. A los pocos días inicia una enorme tarea que se prolongará durante 22 años: salvar vidas y amparar a las familias de las víctimas y los presos a causa de la represión tras el golpe de Estado. Este compromiso con los perseguidos fue percibido por las autoridades de la dictadura como una clara deslegitimación del Régimen. Fue considerado no sólo el Obispo de los pobres, sino también de los perseguidos.