Las XVI Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias, dentro del campus universitario de Tafira, pasan el ecuador de la semana con el aula magna del Instituto Teológico dispuesto para la ponencia del Juan Jesús García Morales, profesor del ISTIC, que presentó la "Teología de la religiosidad popular".

García Morales señala como destacada la expresión "piedad popular" en la primera carta del papa Francisco, la "Evangelii Gaudium", donde afirma se trata de un lugar teológico. García Morales llega a una serie de conclusiones: La piedad no puede ser algo separado de la fe, ni se entiende de manera intelectual. Quizá el elemento más destacado en teología haya sido el de la fiesta. Se llegó a hablar de una teología lúdica, festiva o dionisíaca. El Papa Francisco invita a "saber leer las expresiones de la piedad popular" para pensar la nueva evangelización.

La siguiente comunicación fue la titulada "Religiosidad popular en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria", realizada por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, hermano Mayor de la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin. Comenzó señalando la abundancia de fiestas religiosas populares en las islas y las arraigadas devociones a la Virgen que cuenta con 80 advocaciones distintas. Una de las grandes devociones populares canarias fue la atribuida San Pedro Mártir, cada 29 de Abril, culminación de la conquista e inicio de la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla.

Le siguió José Luis Guerra de Armas, profesor del ISTIC, que habló sobre "El Seminario Diocesano de Canarias durante el pontificado de Antonio Pildain visto por un seminarista de aquel tiempo".

La experiencia personal de Guerra Armas se sitúa en los últimos años de Pildain, desde 1952 a 1964, cuando es ordenado como sacerdote. Y a estos añade tres años como profesor en el Seminario. "Pildain dejó huella, amó el seminario y su implicación fue permanente. Lo amó como él era, con sus aciertos y sus fantasmas. Trabajó, no sólo para mostrar el Seminario como el corazón de la diócesis, sino también para presentarlo como emblema de su pontificado. Levantó un Seminario nuevo sin más ayuda que la de los fieles", dijo. "En aquel contexto, se enraizaron valores como la disciplina, el respeto al otro, la austeridad, la importancia de las cosas bien hechas, el afán de superación, así como también el espíritu crítico". Los últimos años fueron de renovación, eran tiempos conciliares, y Guerra habló del gran papel que jugó el rector del Seminario, Manuel Alemán.

Cerró la jornada Salvador Santana Rivero, profesor del ISTIC que habló sobre "la participación del Obispo Antonio Pildain en el Concilio Vaticano II". Convocado por Juan XXIII el 25 de enero de 1959, produjo asombro en el mundo y en la Iglesia. El episcopado español fue mal preparado y fue Pildain el tercer Obispo de Canarias en un Concilio. En cuanto a su aportación conciliar destacan: la Iglesia, su ser y su misión; la Iglesia y los pobres; la libertad religiosa; la Revelación; su preocupación por los presbíteros. 33 intervenciones en los trabajos conciliares. De ellas 25 personales y ocho en el aula y, además, adhesión a seis orales y a dos enmiendas escritas de otros padres conciliares. En las actas se le cita setenta veces. Él mismo decía: "Para mí, la participación en el Concilio Vaticano II ha sido una tarea de las más apasionantes de mi vida de Obispo y la considero como una especial maravillosa gracia de Dios".

Entre los discursos y aportaciones destacan: supresión de clases sociales en la liturgia, la oración por pobres y obreros en la eucaristía, independencia Iglesia y Estado, preocupación por los alejados de la Iglesia, la caridad, el ecumenismo, las grandes desigualdades entre las naciones, el comunismo y su expansión. Contrario a la aprobación del texto sobre libertad religiosa, Pildain no tuvo tiempo de aplicar el Concilio ya que casi al año de la clausura llegó su jubilación, Pablo VI aceptaba su renuncia por edad el 16 de diciembre de 1966.