Las universidades públicas canarias han colaborado en la elaboración del Protocolo del Lenguaje Inclusivo, una guía para el uso del lenguaje no sexista, aprobada el pasado 22 de abril por el Consejo de Gobierno de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, tras ser ratificado anteriormente por la Universidad de La Laguna. Así lo indicó Ángeles Mateo del Pino, responsable de la Unidad de Igualdad de la ULPGC, durante la presentación del documento al Consejo de Gobierno, que propone un lenguaje y un contenido no sexista en los trabajos que desarrolle la Universidad, para que refleje el principio de igualdad entre mujeres y hombres.

Este documento con orientaciones para una práctica no sexista de la lengua, ha sido elaborado por el catedrático de Lingüística General Manuel Almeida, con la colaboración de las Unidades de Igualdad de las dos universidades canarias.

La guía aborda diversas cuestiones relacionadas con el sexismo lingüístico, con una primera parte en la que expone una clasificación de los distintos tipos de sexismo y la descripción de cada uno de ellos, además de recomendaciones para evitarlos; y un segundo bloque en el que se analizan diferentes textos extraídos de las páginas web de las dos universidades públicas canarias, así como otros documentos producidos en el ámbito universitario, con el fin de señalar las manifestaciones sexistas que contienen y proponer textos alternativos.

Asimismo, Almeida expone, junto a las diversas formas de sexismo lingüístico (ocultación y/o subordinación de la mujer en el discurso, la asimetría léxico-semántica, y los estereotipos) y alternativas para evitarlo, algunos de los argumentos que determinados colectivos esgrimen en contra de dichas alternativas. Como ejemplo, destacó la clasificación de "antieconómicas" de la recomendación de utilizar el doble género en lugar del masculino para definir el conjunto de un colectivo de hombres y mujeres. Por ejemplo, hacer referencia a los canarios y las canarias, en lugar de a los canarios para referirse a la población del Archipiélago. "Los detractores afirman que dichas normas son más complejas que la norma lingüística que actualmente manejamos. Es decir, es más sencillo decir los canarios (en sentido general) que los canarios y las canarias (que es una de las alternativas propuestas al masculino genérico)".

Curiosamente, en el debate de las enmiendas a la reforma de los Estatutos Universitarios de la ULPGC, llevado a cabo por el Claustro a principios de este mes, se discutió la utilización o no de términos inclusivos genéricos o femeninos-masculinos en el texto de los Estatutos, para evitar cualquier uso sexista del lenguaje. En la propuesta de la comisión se contabilizaron 234 artículos con términos genéricos inclusivos y 30 artículos con duplicidad masculino/femenino en términos que no cuentan con genérico.

Tras el debate, y con todos los intervinientes de acuerdo con que el lenguaje fuera no sexista, se acordó que en beneficio de la economía del lenguaje siempre que fuera posible se utilizara un término genérico (profesorado/estudiantado) y, en aquellos casos que no exista, utilizar el genérico masculino, si bien se colocará una disposición adicional que haga mención expresa de que la utilización de estos términos masculinos se realiza en beneficio de la economía del lenguaje y en ningún caso supone lenguaje sexista o no inclusivo. Este es un ejemplo de la clasificación "antieconómica" a la recomendación del doble género.

Otro de los argumentos que cita el especialista en contra de las recomendaciones para un lenguaje no sexista se apoya en la idea de que "resulta ingenuo pensar que cambiando la lengua se va a cambiar automáticamente la posición subordinada que la mujer ocupa en nuestras sociedades".

Almeida señala al respecto la importancia de saber que la lengua juega un papel importante en la organización de la realidad y que un modo de cambiar la realidad requiere modificar, paralelamente, el lenguaje que la designa y nombra. "Emplear una cualquiera, fulana o sargenta de modo peyorativo implica aceptar la existencia de una serie de estereotipos relacionados con la sexualidad o el supuesto carácter fuerte de las mujeres, tópicos todos ellos que en la mayoría de los casos no se corresponden con la realidad. Por tanto, al evitar estas palabras con acepciones peyorativas estamos contribuyendo a tener una representación más realista menos prejuiciosa".