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Entrevista a Ridha Tlili

"La Primavera sigue viva en Túnez porque ganamos la batalla contra el miedo"

"Aún hoy hay países europeos que apoyan a las dictaduras y a los islamistas. Es una posición hipócrita", asegura el consejero de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), Nobel de la Paz 2015

Ridha Tlili, en un momento del Festival de Cine y la Memoria de Nador. LP / DLP

¿Cómo valora el trabajo realizado por el Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino?

La revolución democrática que surge en Túnez a partir de la Primavera Árabe de 2011 se encontraba en un punto crítico y al borde de la ruptura en 2013. Entonces, a través de una iniciativa de UGTT, conseguimos unir a las distintas plataformas con protagonismo en la sociedad para reanudar un proceso de diálogo con el objetivo de evitar un enfrentamiento entre los sectores islamistas y lo que se conoce en Túnez como los Modernistas. Fue un trabajo muy complejo por la dificultad que entraña reunir a grupos de ideologías tan distintas en un momento en el que había un vacío total de poder y una situación anárquica en el aparato del Estado. Lo que es increíble es que, poco a poco, todos los partidos y las organizaciones empezaron a entenderse y a participar en un diálogo que duró tres años, con reuniones casi a diario, con la intención de elaborar una constitución progresista y que reconociera las libertades.

¿Qué fue lo más difícil?

Era importante que se reconociera la libertad de conciencia; la libertad de poder elegir qué religión profesar. Esto, en un país árabe musulmán, es una constitución revolucionaria al establecer que la religión pertenece al ámbito de lo personal y lo privado, según el artículo 5 de la misma. De todas formas, nuestro objetivo fundamental consistía en evitar la ruptura del diálogo y una vinculación con Libia, que era bastante preocupante por su escalada armamentística. Es un país con mucha presencia islamista y una vertiente violenta en este momento. En realidad todo el entorno geopolítico era muy complejo y apuntaba a que nosotros, los tunecinos, no podríamos mantener la paz. Hay países que prefieren acabar con la revolución democrática en el mundo árabe: dictaduras, islamistas, el petróleo....

¿La prioridad era evitar lo que padece hoy la población siria?

Sí, pero no sólo lo que ocurre en Siria. También ocurre en Libia, Irak o Egipto. Porque en ese momento debíamos evitar un golpe de estado militar como el que se produjo en Egipto. También pesó una crisis tan importante como la política y económica de Europa. La Unión Europea mostraba signos de una debilidad increíble y su política exterior, en relación a los países del Magreb, era muy confusa. Los países europeos no sabían cuál era su mejor opción: apoyar a la democracia o seguir apoyando a los dictadores. Y esta división de opiniones complicó mucho la situación en Túnez. Es increíble que aún hoy haya países que apoyan a los islamistas y la mayoría, en una actitud a mi juicio colonialista, esperan a ver qué opción se impone para después elegir. A mí esto me parece una posición hipócrita.

¿Qué es lo que quiere el pueblo tunecino?

Nosotros lo recogimos en los documentos del Diálogo Nacional. Redactamos una constitución con la aprobación del pueblo y de la gente que se manifiesta cada día por la libertad, la igualdad social y contra ese islamismo riguroso y político que viene de Arabia Saudí. Por eso, en nuestra constitución proclamamos una república democrática y social, en la que se recogen todas las reivindicaciones de este movimiento popular.

¿Cuáles están siendo las principales dificultades?

El problema en aquella situación tenía que ver con el tiempo. Ante el vacío de poder del Estado había que actuar con rapidez, si no ahora estaríamos como en Siria. En los primeros días de 2013 redactamos una constitución de una manera muy rápida. Trabajábamos 15 horas al día durante dos meses porque sabíamos que los militares se preparaban para el golpe y los Islamistas también intentaban tomar el poder. Nosotros debíamos ofrecer una constitución progresista a la sociedad y tanto la población, como las organizaciones sociales y la Unión Europea la recogieron como una propuesta de fundamento, con un postura seria y organizada. Ahora, las cosas empiezan a cambiar.

¿Cuál es la sensación actualmente en la sociedad tunecina?

Yo soy optimista. Lo más importante en el desarrollo de la democracia reside en que el pueblo ha ganado la guerra contra el miedo. El miedo contra la dictadura en Túnez se acabó. Ahora hay una conciencia distinta. Por eso soy optimista. No hay miedo al Estado ni a la policía o al ejercito. Ese miedo sigue presente en Egipto, por ejemplo. Tenemos una crisis política y económica, los partidos han fracasado, pero todavía se impone una sociedad civil organizada, fuerte y tenemos una gran representación en todo el país. Solo la UGTT tiene 800.000 adscritos en una población de 10 millones de habitantes. Tenemos peso en el país y nos sentimos legitimados simbólicamente para gestionar la paz. También tenemos peso fuera de Túnez y ahora en Europa saben que no pueden desarrollar una política estratégica sin pasar por nosotros.

¿Qué pasos van a tomar?

Estamos trabajando en un plan de futuro. Desde el mes de octubre y durante todo el año próximo hemos convocado a la sociedad para desarrollar un proyecto económico nuevo, pensado para la situación actual. Si no cambiamos el pensamiento económico, estaremos condenados a quedarnos con ese capitalismo extremo que vemos en España, Italia, Francia o Alemania y que solo genera más pobreza, más paro y más rupturas entre los elementos de la sociedad.

¿Rechazan entonces el capitalismo neoliberalismo?

Para nosotros es un colonialismo neoliberal, porque tiene su origen en la colonización. Tenemos un problema más que ustedes.

Han pasado cinco años desde que Abidin Ben Alí fue derrocada en el primer ejemplo de una Primavera Árabe, convertido en duro invierno en otras regiones. ¿Usted cree que hay esperanza?

En Túnez sigue viva y soy optimista. Tenemos nuestras dificultades y errores, por supuesto. Pero creo que la sociedad tunecina se sirve del ejemplo del entorno que le rodea. Cuando ves que tus vecinos están en una situación tan grave, con milicias, atentados diarios y robo de petróleo, la gente se piensa muchísimo el uso de la violencia. La gente no quiere estar como están nuestros vecinos libios. El ejemplo negativo está al lado. Al mismo tiempo, nuestro éxito también depende de la situación en Libia y en Argelia. Pero por el momento hay bastantes organizaciones de la sociedad civil con un pensamiento crítico y preparado para luchar contra toda forma de ruptura en el proceso democrático.

Daesh tiene a Túnez entre sus objetivos. ¿Temen una escalada de violencia?

Todo depende de la población y la mayoría cree en la democracia. No está convencida de que el islam político o el califato sea apropiado para Túnez. Hace poco ocuparon un área de Ben Gardane durante dos horas. Los echó el pueblo; casa a casa. Fue la victoria de la gente. La población está convencida de que Daesh no puede habitar en Túnez.

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