Pasadas las nueve de la noche expectantes y atónitas estaban el pasado martes las 43.000 personas que abarrotaban el estadio de Anoeta de San Sebastián aguardando por Bruce Springsteen, en el segundo concierto de la gira española del estadounidense, en el que mostró, de nuevo, su inherente don de la autenticidad y la entrega. Con Working on the Higway se abrió rebosante el telón de las emociones, que se convirtió en delirio y lumbre de mecheros.