"La universidad me ha aportado muchas cosas, serenidad porque yo era algo depresiva, conocimientos, y sobre todo me ha dado vida, llego tan contenta a casa...". Así definía ayer Pino Santana Miranda, de 89 años de edad, su paso por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, institución que ayer le otorgó un premio especial tras concluir los cuatro ciclos de los programas formativos especiales para mayores de 55 años: Peritia et Doctrina, Diploma de Estudios Canarios, Diploma de Estudios Europeos y Diploma de Estudios Africanos.
"Soy de la quinta promoción y todo lo que ha habido en la Universidad lo he hecho", confiesa esta alumna de la ULPGC, que siempre ha tenido el gusanillo de los estudios pero, por circunstancias de la vida, sólo pudo acabar el bachiller durante su juventud. "Empecé Magisterio, pero no lo pude terminar, y me quedé con esa penita, porque me hubiera gustado ser licenciada en Filosofía y Letras, pero mi padre era de esas personas a las que no le gustaba que la niña se fuera para Tenerife, porque era lejos", afirmó.
Cuando tuvo conocimiento de la oferta de la ULPGC para mayores de 55 años, se planteó la posibilidad de entrar y gracias al apoyo de su hija, empezó a cumplir su sueño hace 14 años. "Me enteré de que se había abierto la Universidad para mayores, y todos los días le decía a mi hija que me iba a apuntar, y ella me decía, pero mamá ¿a qué estas esperando? Así que me apunté, con tan buena suerte que he encontrado unas amigas fabulosas, unos profesores encantadores, y encima tengo conocimientos que antes no tenía".
Tal es su ilusión que, a punto de entrar en la década de los 90 años, ya piensa en matricularse en el caso de que la Universidad introduzca el ciclo de Estudios Americanos. "Mi hija me dice que qué voy a hacer por la tarde en casa sentada, así que lo que salga lo voy haciendo. Tampoco es que esté estudiando todo el día, yo soy ama de casa, y los apuntes los cojo cuando puedo, y lo que se queda se queda".
Cuando le dicen que es un ejemplo a seguir, Pino Santana asegura que no se siente como tal, pero si reconoce que "mientras tenga conocimiento" va a seguir estudiando, porque "yo no le temo al cáncer sino a perder la cabeza, cuando yo vea que me voy olvidando de las cosas, empezaré a preocuparme".
Su mensaje es claro: "cuando estoy con mis amigas me dicen que si el médico esto o lo otro, y yo les digo, déjate de tanto médico y vete a la universidad y allí te distraes, para mi es una terapia".
