Un nuevo análisis de los restos óseos del Hombre de Mungo, que habitó una remota zona de Australia hace unos 40.000 años, confirmó que los aborígenes fueron los primeros habitantes del país, según un estudio publicado recientemente.

El estudio, que fue publicado en la revista científica PNAS, refuta otra investigación de 2001 que indicaba que los restos del Hombre de Mungo, los más antiguos hallados en el país, provenían de un linaje extinto de seres humanos que ocuparon la isla-continente antes que los aborígenes.

"Ahora pudimos, con una mejor tecnología, repetir lo que el estudio original halló y por tanto demostrar que la evidencia de que los aborígenes no fueron los primeros australianos no tiene base", dijo el autor del estudio David Lambert, de la Universidad Griffith.

El anterior estudio realizado por un equipo liderado por Greg Adcock, de la Universidad Nacional Australiana, analizó el ADN mitocondrial de los restos fósiles del Hombre de Mungo, un cazador-recolector que vivió en la región de los lagos de Willandra, en una remota zona del oeste del estado de Nueva Gales del Sur.

Esa investigación, que decía que el Hombre de Mungo no se parecía a otros restos antiguos o de otro humano moderno, puso en duda la teoría "Fuera de África", que sostiene que los humanos modernos se originaron en este continente, y abrió la posibilidad de Australia fuera habitada por olas de hombres del sudeste asiático.

El nuevo estudio realizado por Lambert se apoyó en un nuevo método para analizar el ADN de los restos del Hombre de Mungo, hallados en 1974, que confirmó las sospechas de otros científicos de que éstos estuvieran contaminados.

"Las muestras del Hombre de Mungo que analizamos de nuevo contienen secuencias de cinco tipos de europeos, lo que sugiere que todos ellos representan una contaminación", dijo Lambert, a la cadena ABC.

"La razón de esta sospecha era que las secuencias del Hombre de Mungo eran inusuales, y dieron la impresión de que los aborígenes no fueron realmente los primeros australianos sino que hubo un grupo antes que ellos y que los aborígenes los desplazaron", acotó.

Lambert explicó que el estudio de 2001 utilizó una técnica conocida como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, siglas en inglés), que permite la amplificación de secuencias pequeñas de ADN, mientras que el nuevo método puede identificar si hay ADN endógeno.

"El gran problema con esta técnica antigua de ADN es que es muy fácil hacer copias y amplificar secuencias que no pertenecen a la muestra misma, por ejemplo, de alguien que ha estado manipulando los huesos", comentó Lambert.