Los hermanos Muñoz, David y José Manuel, están de vuelta con un nuevo disco que lleva por título Rumba a lo desconocido, una colección de 12 canciones que les llevará este verano por todo el territorio nacional.
Noveno disco y la respuesta del público no cesa. ¿Se confiesan sorprendidos?
Siempre que hacemos un disco pensamos que no lo va a comprar nadie, lo hacemos para nosotros, no para ningún público en especial. Nos gusta hacer canciones de donde no las había y luego resulta que con cada disco la gente nos sorprende.
¿Cuál es la esencia de todos sus temas?
Contamos nuestras historias y eso no ha cambiado. Lo que sí que ha cambiado son las temáticas. Ya no estamos en el parque bebiendo botellón ni haciendo el gamba. Cuando empezamos teníamos 20 años, claro, la vida sola te va poniendo en un sitio distinto.
¿A qué le cantan en el nuevo disco?
Casi siempre son canciones reflexivas, introspectivas. Hay alguna canción que cuenta la historia de un personaje. Nuestros personajes nunca son el tío guapo que se lleva a la chica, son personajes perdedores, locos, borrachos.
¿Qué diferencia hay entre producir su propio álbum y que lo haga otro?
Nosotros lo hemos producido artísticamente. La compañía con la que tenemos el contrato sigue siendo productora, lo que pasa es que confía en nosotros y nos deja hacer y deshacer la música a nuestras anchas. Aparte de que no hacemos ni puto caso de lo que nos dice.
¿Se han visto condicionados alguna vez por la discográfica?
No, nunca. La compañía siempre nos ha dejado libertad, muchas veces nos da sus opiniones de cómo tiene que sonar un disco y algo cogemos, pero lo tenemos demasiado claro.
¿Qué opinión tienen sobre el efecto que produce la política en la cultura?
La música es una industria y ha perdido puestos de trabajo. Ya no hay ninguna fábrica de discos en España. Me pongo de parte de esa gente que ha tenido que cerrar o que han echado de su trabajo. El sentido de la cultura está muy bien, pero primero hay que comer.
¿Cómo se trabaja con dos ganadores de premios Grammy?
Rafa Sardina ha sido el técnico de sonido y Cheche Alara nos ha ayudado con la producción. Nos han dado una visión de la música que no teníamos. En 17 años hemos aprendido a afinar, que no es poco.
¿Se hace duro trabajar entre hermanos?
No. Siempre nos hemos llevado bien dentro de la música y fuera. Cuando salimos de los escenarios vamos juntos, a veces parecemos gilipollas. Estamos en casa y le llamo: "¿Echamos un Pro?" y jugamos en línea.
¿Al componer una canción saben si esa va a ser la más escuchada del disco?
Siempre hay una que sí, por ejemplo La raja de tu falda seguro que iba a gustar a la gente. En este disco Pastillas para dormir tenía que ser el single y era bastante evidente.
¿El paso del tiempo les roba seguidores?
Nosotros nunca hemos pensado que tuviéramos fans. Es un placer ver que en nuestros conciertos hay chavales de 15 años hasta gente con canas, con gafas, calva... hay de todo.
¿Hay alguna clave que explique estar siempre arriba?
La clave es haber seguido componiendo. No ha sido un arrebato que nos dio por ahí una temporada. No. Es una vocación bastante vital. Podemos estar aquí toda la vida, pensamos dedicarnos a la música toda la vida. Estopa somos los dos hermanos y siempre vamos a estar.
Citen una canción nueva de obligada escucha.
Así a bote pronto... Ando buscando, pero también está Estatua de sal, Con el viento, Sin sombrero... Son canciones que cuando las escuchamos nos abstraemos, olvidando que son nuestras. Es un placer escuchar algo que hemos creado nosotros.
¿En su tiempo libre se escuchan a ustedes?
Aparte de nosotros mismos, nos gustan AC/DC, Los Chichos, Extremoduro, el rap, aunque no todo, y los cantautores de los 70.
¿Encontraron lo que buscaban en la música?
No. Seguimos "buscando la manera de vivir, una melodía que me suplica asistir", como dice la canción Ando buscando.
