Daniela Bethencourt tiene un ángel de la guarda. La niña de tres años que nació con una cardiopatía congénita le debe su vida a su cirujano, Raúl Abella. Este, lejos de abrumarse por la importancia que comporta tener la vida de cientos de niños en sus manos, asume su trabajo como una auténtica vocación. Muchos son los pequeños que le deben su vida en Canarias a este médico que llegó a las Islas para apoyar el trabajo del Materno Infantil de Gran Canaria. Ahora ayuda desde Barcelona, en el Hospital Valle de Hebrón, a que niños como Daniela, que estuvo en parada durante 39 minutos, se aferren a la vida.

Empezó a trabajar como cirujano cardiólogo hace 30 años y tiene claro que no se equivocó de profesión. Raúl Abella y su equipo salvaron a la pequeña Daniela Betehncourt hace unos meses. Lograron reanimarla tras 39 minutos con el corazón parado. El tesón de los médicos, la fuerza de ella y "el misticismo" que entra en juego en cualquier intervención de este tipo hicieron que la niña saliera adelante sin ningún tipo de secuela, como publicó la opinión de tenerife en su edición del pasado domingo. Se dedica a su trabajo como una vocación. Aunque a veces es duro, ya que tiene en sus manos la vida de todos los niños a los que tiene que operar, la alegría por el éxito en cada una de sus intervenciones es lo que le impulsa a seguir adelante.

Un enfermedad compleja

La cardiopatía de esta niña lagunera es una "de las más complicadas que existen", detalla el médico. Se trata de una atresia pulmonar, una patología por la que la comunicación entre el corazón y el pulmón es muy estrecha, tanto, que la sangre no puede circular con normalidad. Durante su última intervención hace tan solo unos meses, todo transcurría con normalidad hasta que el corazón de Daniela entró en parada. Lograron reanimarla, a pesar de que no existe un tiempo fijado para hacerlo.

"Está claro que lo hicimos bien porque funcionó", subraya. "Logramos que respondiera y ella también quiso responder; siempre hay una parte mística, como inexplicable, con la que también hay que contar", asume. Después de esos 39 minutos, cuando ya estaba estabilizada, se ayudó a su corazón con una máquina de asistencia ventricular. "No tuvo ningún tipo de secuela posterior. Y eso es algo muy llamativo, porque fueron casi 40 minutos", remarca Raúl Abella.

Este cirujano nació en Cuba. Allí comenzó también sus estudios de medicina aunque fue en Italia donde se especializó y terminó su carrera. En Milán ejerció durante casi 20 años hasta que fue trasladado al Hospital Materno Infantil de Las Palmas a través de un convenio entre la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias y el Hospital de San Donato de la ciudad italiana. Durante esta etapa participó en cientos de intervenciones. Cientos de niños llevan en el corazón su huella, sobre todo porque tanto él como el equipo de San Donato formaron a muchos de los profesionales que ahora están trabajando en su lugar en Gran Canaria. Cuando concluyó su etapa en el Archipiélago se trasladó a Barcelona, donde ejerce en el Hospital Valle de Hebrón, el mismo centro donde Daniela fue operada.

Traslados

La opción de los niños cardiópatas de trasladarse a la Península para ser intervenidos muchas veces no se elige. "A veces hay quien pudiendo operarse en España se traslada a Estados Unidos. Al final es una decisión personal de las familias, que están en todo su derecho de elegir", comenta el cirujano. En el caso de Daniela esa elección no pudieron planteársela. Muchas intervenciones se desarrollan en el Materno Infantil pero la de ella, dada su complejidad, requería un equipo más especializado. "En Canarias hay muy buenos profesionales pero a veces hay hospitales más especializados que otros", subraya.

Aunque el mismo Raúl Abella es consciente de que los padres ponen la inmensa mayoría de las veces la vida de sus hijos en sus manos su profesión no la cambiaría por nada del mundo. "Tiene cosas buenas y malas, pero al final siempre compensa porque esto es lo que nos gusta hacer", relata.

Los padres de Daniela, cuando estaban operando a su hija -en una intervención que se prolongó durante 13 horas- supieron que la niña estaba en parada. La información les llegó como un jarro de agua fría y con ella también la impotencia de no poder hacer nada para ayudarla. Solo podían esperar para que todo saliera bien como al final sucedió.

La de esta niña es una historia de superación. LA OPINIÓN DE TENERIFE publicaba hace una semana el milagro de su recuperación algo que, a juicio de su madre, Narci Cabrera, "servirá para dar esperanza a muchos padres que se encuentran en una situación similar". La noticia "se ha compartido cientos de veces y eso solo nos da a entender que llegará a mucha gente", concreta.