La Provincia - Diario de Las Palmas

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De los 'isleños' y la cocina

En un reciente viaje a La Luisiana cumplimos con una deuda: visitar a los descendientes de los míticos canarios que, en el siglo XVIII, fueron enviados a América en forma de tributo

Nuestro colaborador, en el centro, con Wimpy y William. LP / DLP

Hay trepas que se arrogan trabajos de investigación y lo que hacen es reptar donde sea, y sobre quien sea, para luego, con algún acto expositivo, trufar sus currículums. Pero al espécimen ya lo conocen en La Luisiana: les hemos advertido que el demonio puede ser rubita y con el viso de un ser humano extraordinario. Valga este preámbulo para recordar que los isleños de La Luisiana han disfrutado de intelectuales que desempolvaron sus gestas y su vida cotidiana, de la que no se ha excluido su Cocina.

Hace unos treinta años tuvimos las primeras noticas de los isleños, fueron los casuales hallazgos de Antonio Valle y Margarita Bordes durante un paseo a las afueras de Nueva Orleans, en Saint Bernard. Primero se desconcertaron al ver los apellidos de las lápidas de un cementerio y luego, al entrar a un bar, a unos personajes que parecían recién llegados de Utiaca. Y tras charlar con ellos, desvelose el misterio. Pero antes, en 1981, Pedro Siemens filmó un documental etnográfico irrepetible, con el valor añadido de unas narraciones en el antiguo español de Canarias ya perdido. Después, en 1988, surge el libro del historiador norteamericano Gilbert C. Din, quien plasmó, en The Canary Islanders of Louisiana, lo más relevante del devenir histórico; o los trabajos de campo de su compatriota, el catedrático de filología Samuel Armistead, La Tradición hispano-canaria en Luisiana (en cuyo glosario, curiosamente, no aparece la voz Gofio), y Romances tradicionales entre los hispanohablantes del estado de Luisiana, con la cooperación de su colega Maximiano Trapero. O el libro informe sobre el antes y el después del huracán Katrina, del colega J.M. Balbuena Castellano: La Odisea de los Canarios en Texas y Luisiana. O los estudios del catedrático Manuel Alvar...

No, no están huérfanos de estudios aquellos protagonistas del Tributo en sangre que de 1778 a 1783 salieron hacia Cuba para acabar después en La Luisiana, donde materializarán asentamientos y colonizaciones legendarias; sobremanera, al implicarse activamente en los conflictos bélicos entre franceses, ingleses y norteamericanos. Y siguen las investigaciones: los metódicos trabajos de William (Will) de Marigny Hyland (un Núñez isleño enraizado con irlandeses), director del Museo de los Isleños, cuyas investigaciones en los archivos de Nueva Orleans se presumen reveladoras. Will es, así mismo, un activo dinamizador de Los Isleños. Heritage & Cultural Society, que vela por preservar sus usos y costumbres.

Hace veintisiete años quisimos visitarlos, pero unas lluvias torrenciales nos retuvieron en el hotel de Nueva Orleans. No obstante, parte de esa deuda la pagaríamos en el 2005 organizando una cena benéfica en el H.E. Santa Brígida para recabar fondos que mitigaran los daños infringidos por el Katrina, que arrasó Saint Bernard: casas, negocios... el Museo. El menú fue de cocinas cajún y criolla (dos gumbos y Jambalaya) con recetas del célebre restorán Chez Helene, cuyos fogones comandó el popular chef Austin Larlie, a quien tratamos y cuyo libro de cocina conservamos.

Y la Cocina de los isleños también ha sido motivo de estudio; en 2003 dos benefactoras, Dorothy L.Benge (Molero) y Laura M.Sullivan (Gonzales), recopilaron, en 423 páginas, 800 recetas: LOS ISLEÑOS (Canary Islanders) Cookbook. Recipes from Spanish Louisiana, tras el intento en 1996 con Isleños Style Home Cooking (100 recetas). El libro recoge, sin embargo, un número pequeño de platos canarios. Recordemos que aquellos emigrantes eran analfabetos y no disponían de libretas con recetas familiares amén de que en la tierra de promisión tendrían que adaptarse a los alimentos de la zona, mayormente productos del litoral y las marismas. Además, sostienen las crónicas que durante los siglos que van del XVII al XX los pobres, la mayoría, solo tenían una dieta: pescado salado, papas, mojo y pella de gofio. Y advierten las autoras (que curiosamente no citan el Gofio) que es un libro coral: invitaron a los isleños, socios de la Heritage & Cultural Society, a aportar sus recetas. Con lo que han conseguido revelar una inmensa fotografía antropológica del melting pot que son los actuales isleños; resultado de los cruces consanguíneos con gentes de muchos países que adoptan tanto las recetas canarias como las criollas, francesas, italianas, mejicanas, cubanas, libanesas... Y de ahí que también se perdieran, en casi su totalidad, los primigenios apellidos españoles. Y en este viaje, de hace unas semanas, departimos con el simpático y amable isleño, palmero, enraizado con franceses: Lloyd Serigne (Wimpy), uno de los pocos que hablan español. Y almorzamos con él en su restorán y sus platos preferidos. Les contaremos estas y otras cosas de la emocionante visita.

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