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Entrevista a Quino Falero

"Quiero que el público viva lo que el teatro tiene de efímero, de hecho festivo"

"Los actores son el germen, la esencia del hecho teatral, y mi propuesta no debe estar sobre su trabajo", asegura el director de escena

Quino Falero. LP / DLP

Usted tiene de manera simulténea en cartel cinco obras que piden registros escénicos muy distintos. ¿Cómo afronta esta diversidad de requerimientos?

Es una cuestión de oficio. Uno no siempre puede controlar los tiempos de la productoras que encargan trabajos. A pesar de que este año han coincidido varios montajes en cartelera, son proyectos que vienen gestándose con muchísima antelación. Algunos durante años. Luego, por cuestiones de exhibición, de pronto te encuentras con varias funciones tuyas en cartel. Es verdad que son diversas. Yo generalmente trabajo bastante las comedias, pero me gustan aquéllas que tienen un poso de reflexión. Entre estas funciones hay algunas que no son comedias, y a cualquier creador le gusta ir trabajando en distintos registros para enriquecerse e ir probando nuevas vías. La fórmula es ir adaptándote a cada una y abarcando cada trabajo con el rigor y la honestidad que requiere.

El montaje más reciente es 'Las harpías en Madrid', según el texto picaresco de Castillo Solórzano. ¿Como se resistió a los cantos de sirena barrocos?

El autor del texto teatral, Fernando J, López, se inspiró en esa novela picaresca del siglo XVII, pero es una adaptación muy libre. Hay muchos elementos del teatro barroco buscados expresamente desde la escritura y consensuados conmigo, porque este proyecto nace de forma conjunta entre director y autor. Queríamos trabajar un texto barroco y elegimos esta novela. La idea era realizar una comedia de enredo pero que, a su vez, sirviera para poder ver a los personajes de las pícaras en la tablas. No son habituales como los hombres, y menos en el teatro. A mí me apetecía una función con un contenido clásico pero que en su forma fuera contemporánea. Nos interesaba mucho la mirada contemporánea. De hecho, la función está salpicada de textos de filosofía de los siglos XV y XVI sobre la mujer, puestos en boca de Teodora, la matriarca de estas harpías. Quisimos que el espectador reflexionara en torno al avance de la igualdad, ofrecer una función abiertamente feminista.

El riesgo de la puesta en escena barroca, y fue lo que le afearon sus enemigos, es la excesiva artificiosidad. ¿No parece que eso vaya con usted?

Yo he querido utilizar recursos muy simples, recurrir a la convención teatral más simple, porque no van conmigo los artificios excesivos. Me gusta mucho trabajar con actores, creo que son ellos el germen, la esencia, del hecho teatral y me vuelco mucho con su trabajo. En cuanto a la puesta en escena, me he rodeado de un equipo artístico que apoya mi propuesta escénica, que la he querido muy dinámica, muy fresca. Me obsesiona mucho el ritmo en el teatro y contar bien la historia,. Que ese nexo entre el texto y el espectador que es el director fuera fluido y fácil de seguir.

Precisamente una crítica a su trabajo pondera esa fluidez de una dirección "que no se nota". ¿Sería ese entonces su ideal, una especie de invisibilidad?

Esa es una cosa que yo persigo. No es que prefiera la invisibilidad, en absoluto, pero me interesa mucho contar la historia como el autor la pensó y la concibió, añadiendo todo lo que esté en mi mano para favorecer el discurso. Busco que todo sea lo más orgánico posible, que suceda en un aquí y ahora junto con el espectador, que se viva mucho esa cosa efímera que tiene el teatro, el sentido festivo. Trato de que mi propuesta no esté por encima ni del trabajo de los actores ni del autor. Que exista una armonía, un equilibrio entre todas las aportaciones.

En el monólogo 'Los amores diversos' se enfrenta de nuevo al reto de vestir escénicamente la palabra literaria, pero de forma muy diferentes que en 'Las harpías en Madrid'.

En esta obra había unos referentes literarios muy claros, no sólo dentro de la propia acción sino en el recorrido emocional del personaje. Es una mujer que debe escoger un texto para leer en el funeral de su padre. El vinculo que tiene con él es fundamentalmente literario, a través de los libros que compartían juntos. El autor insertó pasajes que eran poemas de diferentes autores. Combinar el lenguaje coloquial de la conversación junto con el lírico era uno de los grandes retos. Para la puesta en escena me obsesionaba mucho la poesía, de qué manera yo podía construir una serie de imágenes poéticas y que todo estuviese dentro de la lógica de ese personaje y de la situación que estaba viviendo. La función está llena de licencias poéticas, no sólo en el texto sino también en la propia puesta en escena, en la poética de los objetos, la música, la luz, la relación que tiene el personaje con los espacios... El espacio no es naturalista, tiene un carácter simbólico, al que yo le he tratado de sacar el máximo partido para que conviva con el espacio físico de la protagonista.

En el caso de 'Todo es mentira', tuvo que insuflarle vida a un guión concebido para el cine y que hace 20 años se convirtió en retrato generacional fílmico.

Lo bueno en ese caso es que conté con la dramaturgia de Älvaro Tato, que hizo una propuesta que favorecía mucho mi puesta en escena, pues incluía lo metateatral, el teatro dentro del teatro. Esa clave a mí me venía muy bien, conjugada con el lenguaje audiovisual como un guiño al origen de la historia. Había sido una película generacional, hay gente que aún se sabe diálogos completos, así que tenía que cumplir con las expectativas de alguien que había visto el filme en los noventa y que acudía a la obra de teatro por curiosidad. Pero también tenía que acercarme al público actual, adecuar algunas cosas y transportarlas a la actualidad. Pero sobre todo, lo complejo era cómo convertir con un grupo de actores esa historia tan cinematográfica en una función de teatro. A mí me dio mucha alegría cuando vino Álvaro Fernández Armero, el director de la película, a ver la función el día del estreno y me comentó que la había vivido como una cosa nueva y la había disfrutado mucho. Yo me quedé tranquilo porque tenía la incertidumbre de cómo recibiría esto aquella gente que lo hizo por primera vez. Es una función que conecta con un sector de público bastante amplio porque habla del salto a la madurez, con el que todos en algún momento nos hemos encontrado.

En 'Tres', bajo el manto de una comedia de mujeres aflora un problema de nuestro tiempo, la maternidad postergada.

Tres es una comedia perfecta, muy divertida, el autor, Juan Carlos Rubio la ha dotado con todos los ingredientes. Se ha representado en muchísimos países, y aún hoy se sigue representando. En todo el mundo la han visto millones de personas, porque está muy bien construida, porque las situaciones son perfectas y la comicidad está desde el primer momento. Pero sí es verdad que tiene un cuestión, sobre la maternidad tardía y sobre el tema de la familia. Las protagonistas plantean una familia muy curiosa y su teoría es muy simple pero también de una lógica aplastante. Para ellas la familia es un grupo de gentes que se quieren, se ayudan y se necesitan los unos a los otros, que tienen un compromiso. Esa familia no tiene por qué ser consanguínea, y es un poco lo que ellas pretenden. Es una función que no deja respiro al espectador, que está riendo desde el primer momento hasta el último, con continuos giros y situaciones muy divertidas.

Finalmente, 'Pánico' se acerca al universo masculino y al miedo al cambio.

Es una función un poco más compleja, en el sentido de que empieza como una comedia, aparentemente una comedia de situación donde todo incluso parece hasta previsible, pero que poco a poco se va metiendo en terrenos más oscuros. Lo que me interesaba sobre todo era el tema del mundo masculino, del que no se suele hablar en el teatro. Lo habitual cuando los hombres hablan de sí mismos es que se culpe a las mujeres. En este caso no es así, estos tres hombres se tienen que enfrentar a los sentimientos más potentes que existen, el amor y el miedo. Me interesó como el autor iba destrozándonos un poco la comedia a base de continuos golpes de realidad, golpes de dureza. Eso es lo que más me gusta de la función, que te hace pensar en el universo masculino y sobre la incapacidad que tenemos de asimilar nuestros miedos, convivir con ellos y vencerlos.

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