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Entrevista a Jordi Rodríguez Virgili

"La gente vota por sus sueños y por aquello que le quita el sueño"

"Vivimos en campaña permanente, que llega a ciertas perversiones, como la incapacidad de llegar a acuerdos", comenta el profesor de Comunicación Política

Jordi Rodríguez Virgili. LP / DLP

¿Qué es la comunicación política?

La política es alcanzar el bien común, y la comunicación es el entendimiento y la integración, así que podríamos definir la comunicación política como la forma que tenemos de entendernos unos a otros para alcanzar el bien común. Es una disciplina muy amplia, a veces la restringimos a las campañas electorales, que es lo más llamativo, pero engloba mucho más: el periodismo político, la comunicación gubernamental, la crónica parlamentaria... Pero es cierto que lo más estudiado es la comunicación electoral, que tiene sus propias características. Unas elecciones no dejan de ser un juego de suma cero, donde si votas a uno no puedes votar a otro. Las elecciones son muy competitivas, un momento concreto de disputa y confrontación para lograr el voto de los ciudadanos. Si reducimos la comunicación política solo a esto, nos quedaríamos con unos movimientos muy tactistas y cortoplacistas. Ahora mismo vivimos en una campaña permanente, que lleva a ciertas perversiones, como la propia incapacidad de llegar a acuerdos que estamos viviendo ahora en España.

¿Es posible implantar el modelo americano de gestión de campañas electorales en España?

Es muy difícil, porque los modelos son distintos. En Estados Unidos tienen un sistema presidencial mientras que en España tenemos un sistema parlamentario; también son distintos los sistemas electorales, allí mayoritario y aquí pseudoproporcional. Pero indiscutiblemente la comunicación política estadounidense es la que lleva la delantera. Lo que tenemos que saber es cómo adaptar a nuestro sistema, a nuestra cultura política y a nuestra sociedad los avances e iniciativas de Estados Unidos.

¿Qué se está haciendo mal en este sentido en España?

En España se peca de un gran cortoplacismo, hace falta una visión a largo plazo. Estamos siempre al regate en corto, hay mucha táctica y poca estrategia en el juego de los partidos. Falta altura de miras y pensar mucho más allá del interés del propio partido e intentar llegar a acuerdos que quizá puedan perjudicar a corto plazo pero a la larga sea positivo para la sociedad y para España.

¿Qué impacto están teniendo las redes sociales en todo este proceso?

Tienen muchísimos aspectos positivos, pero estamos en la sociedad que estamos y la comunicación política, como todas, con las nuevas tecnologías cae en el presentismo. Todo es ya, todo tiene que ser inmediato y falta profundización, reflexión y pedagogía sobre la política. A lo que nos lleva abocados es a ciertos populismos, a respuestas sencillas ante problemas complejos, a intentar prometer soluciones inmediatas a problemas que son de fondo. Se está dando en toda Europa: Syriza en Grecia, Movimiento 5 Estrellas en Italia, Podemos en España... Y en Estados Unidos el fenómeno Trump. Todo ello responde a una sociedad líquida, donde no hay compromiso, que aumenta mucho la volatilidad del voto, se pierde la identificación partidista, ahora la gente está dispuesta a cambiar su voto y emergen nuevos partidos. Ya no se puede hacer comunicación política sin los nuevos medios, que están cambiando la propia forma de hacer política, y los políticos tiene que saber adaptarse.

¿Por qué la gente cada vez se fía menos de los políticos y todo lo que les rodea?

Estamos en un momento de desafección política. Tiene distintas causas. Una de ellas es el propio comportamiento de los políticos que no han sabido estar a la altura en muchas circunstancias, que ha llevado a la gente a no confiar. La confianza se sustenta en dos aspectos: la honradez y la capacidad. La parte de la honradez ha fallado estrepitosamente con los casos de corrupción. Los políticos son percibidos como todos iguales, todos corruptos. La otra parte, es la capacidad, que sean gente competente. La crisis económica lleva a ver que no han sido capaces de afrontarla, que les sobrepasa. La gente vota por sus sueños, pero también por aquello que le quita el sueño. ¿Cuánta gente se acuesta por la noche sin saber si va a llegar a fin de mes? Ante eso piensan en si sus representantes políticos tienen capacidad para solventar esos problemas, y ven que no están haciéndolo.

Además los partidos políticos caen constantemente en el 'y tú más' como estrategia comunicativa.

Eso está muy estudiado. El ataque nunca suma. Cuando se ataca a otro, se le insulta, lo que se busca es que el otro pierda más que tú, pero ganar no ganas. Se da sobre todo en campañas electorales, pero claro, como expliqué antes, vivimos en una campaña permanente, por lo que se entra en una dinámica de acusación y ataque continuos. Se produce una espiral que lo que produce es una pérdida constante, que a largo plazo lleva a la gente a pensar que los políticos son todos iguales y ya no saben a quién creer. Eso lleva al descrédito de la política.

En España se está llevando a cabo un proceso de personalización de la política, ya no se vota a un partido sino a un líder.

Es un proceso que hemos constatado. No sabemos si es positivo o negativo. Viene de Estados Unidos, donde tiene mucho más sentido porque allí se elige a un presidente, mientras que en España se vota a un partido. Al final, se vota por un programa, por unas ideas; por un partido, da igual haber leído o no el programa; y por un candidato. Esta tercera pata cada vez tiene más importancia.

¿Qué papel juegan los medios de comunicación en todo esto?

Los medios han de seguir ejerciendo su papel de perro guardián, de gatekeeper, son imprescindibles para que haya democracia.

¿Hacia dónde va el futuro de la comunicación política?

El futuro tendría que ser una integración de los nuevos medios en los medios tradicionales.

¿Y el de España?

No me atrevo a hacer vaticinios. Vengo de fallar todas mis últimas predicciones: pensé que no íbamos a ir a segundas elecciones, que no iba a ganar Trump las republicanas, que no iba a ganar el brexit, incluso daba por hecho que no iba a ganar el premio y lo he ganado.

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