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Salud

El enganche a la heroína es la segunda causa de desintoxicaciones en Las Palmas

El 21,3% de los que acudieron en 2015 en esta provincia a Proyecto Hombre eran adictos a esta droga

Un heroinómano consumiendo la droga. LP / DLP

El galope negro de la heroína amenaza con volver del pasado como un mal sueño. Ese caballo llamado muerte, como lo bautizó una célebre canción, parecía confinado a un rol residual en este siglo XXI, que privilegia sustancias de perfil más lúdico y expansivo, pero desde hace algún tiempo las alarmas vuelven a sonar en Estados Unidos. Las muertes por sobredosis de heroína en Nueva York se acercaron el año pasado a 600 personas, lo que ha llevado a la Gran Manzana a lanzar un plan de choque contra lo que ya consideran una epidemia. ¿Qué ha cambiado para que esta droga maldita logre lavarse la cara y captar nuevos consumidores? ¿Debemos preocuparnos en Canarias?

Para empezar, la heroína dista mucho de haber dejado de ser un problema asistencial en las Islas, aunque su consumo haya decaido en las últimas décadas. Así, el 21,3% de las personas que solicitaron tratamiento en Proyecto Hombre durante 2015 en la provincia de Las Palmas eran consumidores de esta sustancia, sólo superada en este ranking por la cocaína, que estuvo detrás del 39,9% de las peticiones de ayuda registradas el año pasado.

Pero además, el repunte de consumidores ya no nos queda tan lejos. El Informe Europeo sobre Drogas correspondiente a este 2016, que elabora el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, advierte sobre el aumento de sobredosis de heroína en la UE y de un cierto rearme del mercado internacional de esta sustancia en su salida desde Afganistán.

María del Carmen Lázaro, directora general de Proyecto Hombre en Canarias, señala que de momento las estadísticas no reflejan en las Islas un cambio de tendencia, pero también advierte que estos nuevos consumidores no habrían tenido tiempo aún de acudir a centros en busca de ayuda, pues se encontrarían en un estadio temprano del enganche, lo cual hace muy difícil contabilizarlos. "El repunte puede estar ahí, ciertamente, pero esa persona tardará en llegar a solicitar tratamiento. El heroinómano tarda una media de un año en hacerlo, y hay gente que nos viene a los cinco o seis años de comenzar a consumir", explica. El programa de adultos de Proyecto Hombre en Canarias atendió entre enero y junio de este año a 180 nuevos pacientes, y de estos un 10% son consumidores de heroína, un porcentaje que Lázaro sitúa en los umbrales habituales. De hecho, el mismo tramo correspondiente al año pasado registró 150 nuevas tenciones, de las cuales el 15% eran por heroína.

El mal cartel de la heroína se se asienta sobre un cuadro dramático, que caló en la conciencia colectiva en los años ochenta-noventa y apartó a los jóvenes de su contacto. El sida, las sobredosis mortales, los terribles síndromes de abstinencia, la delincuencia y la marginalidad en la que acabaron cayendo muchos de sus adictos, le pusieron una cruz a esta sustancia. La propia figura del yonki, a menudo exhibiendo un evidente y acelerado deterioro físico, actuó como la más diáfana llamada de atención sobre el infierno que espera a quien se acerque a juguetear con la dama blanca. "La heroína engancha más rápido y de forma muy intensa físicamente, el cuerpo te lo pide. Además, todo lo que vas a utilizar o gastar gira en torno a la droga y se produce pronto una pérdida de familia y empleo, porque el heroinómano, a diferencia del cocainómano, no puede esperar unas horas y se va a escapar del puesto de trabajo para consumir. Su única preocupación es si hay heroína o no", añade Lázaro.

Aunque a nivel de atención esta droga sea aún un problema relevante, lo cierto es que en las Islas el consumo se viene manteniendo en unos umbrales bajos en los últimos años, en comparación con otras sustancias, si bien para este epígrafe carecemos de datos tan actualizados como los que da Proyecto Hombre para las solicitudes de tratamiento. La última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (Eades) en su edición de Canarias, correspondiente a 2013, señala que sólo el 0,6% de aquellos isleños que re-conocen haber consumido drogas alguna vez en su vida habían probado la heroína, guarismo prácticamente igual al registrado en la Península el mismo año (0,7%), y algo inferior al que arrojó la misma encuesta en las Islas durante 2011 (1%).

Nuevos perfiles

Varios factores coadyuvan a este repunte de consumo registrado especialmente en Estados Unidos y configuran un nuevo perfil de consumidor algo diferente al tradicional. En primer lugar, la heroína ya apenas se consume inyectada, sino mayoritariamente fumada. "El hecho de que no se esté utilizando jeringuilla es porque da miedo el contagio de sida o de hepatitis", explica la responsabe de Proyecto Hombre en Canarias, quien advierte que, aunque fumada cause un efecto más atenuado y el deterioro físico tarde más en llegar, finalmente llega también con la misma devastación.

También se ha notado que la heroína se está consumiendo para contrarrestar el efecto de otras drogas, como la coca o el speed. Así, quien llega a su casa agitado por el consumo tras toda una noche de fiesta y con dificultades para conciliar el sueño, puede recurrir a fumar heroína para bajar ese acelerón. En todo caso, Mari Carmen Lázaro señala que la heroína apunta preferentemente a un consumidor treintañero, no a un adolescente, pues no es una droga expansiva.

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