Los apenas 300 ejemplares del ave cantora más escasa de Europa sobreviven en menos de 20 kilómetros cuadrados. Es el pinzón azul de Gran Canaria, un parajillo en el que se fijan ahora dos estudios de las Universidades de Oslo y Estocolmo, que proponen catalogarlo como especie propia.

Los pinzones no son unas aves cualquiera para la biología, más bien al contrario: su nombre está escrito con letras capitales en la historia de la ciencia desde 1835, cuando Charles Darwin arribó a las Galápagos a bordo del "Beagle" y se asombró por las curiosas diferencias que presentaban sus picos según la isla donde estuviera.

La facilitad de los pinzones para adaptarse a su entorno ha inspirado desde entonces numerosos estudios sobre la evolución de esta familia de aves, sobre todo en los archipiélagos oceánicos, donde el aislamiento hace aún más evidente su diferenciación.

Los dos últimos se fijan en dos variedades de pinzón azul endémicas de Canarias, el pinzón azul del Teide, o de Tenerife (Fringilla teydea teydea), y el pinzón azul del Gran Canaria (Fringilla teydea polatzeki), catalogados hasta ahora solo como subespecies, porque se consideraba que sus diferencias eran escasas.

Un estudio liderado por la Universidad de Estocolmo (publicado en marzo en "Journal of Avian Biology") y otro de la Universidad de Oslo (incluido en el número de agosto de "BMC Zoology") analizan en profundidad las características físicas, el ADN y el canto de las dos variedades canarias de pinzón azul para dilucidar si siguen siendo "primos" o, más bien, "primos lejanos".

Y la conclusión de ambos coincide: el pinzón de Gran Canaria tiene tantas diferencias y de tal calado con su pariente de Tenerife, que merece ser catalogado como especie propia.

"Se trata de la especie paseriforme (el orden que abarca más de la mitad de las aves, que incluye a todos los pajarillos cantores) más escasa de Europa y debería clasificarse como en peligro crítico", defiende el estudio de la universidad sueca, en el que colabora Felipe Rodríguez Godoy, técnico del Gobierno de Canarias.

El trabajo liderado desde Oslo, con apoyo de Pascual Calabuig, biólogo del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Gran Canaria, se pronuncia en el mismo sentido: "La población de Gran Canaria sufre una amenaza crítica, con unos pocos cientos de pájaros en la naturaleza. Reconocerla como una especie propia posiblemente aumentaría la atención sobre la conservación de una de las aves más amenazadas de Europa".

¿En qué se basan ambos estudios para defender la separación de dos variedades de pinzones que hasta ahora se creían tan cercanas? En todo tipo de rasgos, que van desde la genética hasta el aspecto, pasando por el canto o, incluso, la forma de sus espermatozoides.

El estudio más reciente, el publicado en agosto, resalta que las dos variedades tienen una diferenciación del 2,3 % en el ADN mitocondrial (el testigo de la herencia materna), lo que podría parecer poco, pero implica que llevan más de un millón de años de evolución por separado, sin que se aprecien cruces posteriores.

Sin embargo, no consideran determinante ese dato, ya que las islas oceánicas suelen producir ese tipo de diferenciación genética. De hecho, el ADN del petirrojo común varía hasta un 3,7 %, siendo la misma especie, entre Gran Canaria y Tenerife.

El caso es que las diferencias entre los dos pinzones azules no solo son genéticas, sino también físicas: el del Teide tiene mayor tamaño y un color azul más intenso que el de Gran Canaria, sus picos, alas y colas son diferentes y sus cantos también.

El artículo de la Universidad de Oslo valora sus diferencias en 11 puntos, en una escala de comparaciones utilizada habitualmente por los biólogos en la cual, a partir de una puntuación de 7, se considera justificado hablar de dos especies distintas.

Pero, además, aporta un nuevo dato: la longitud de sus espermatozoides es diferente, algo que sugiere tener en cuenta para posibles programas de reproducción, porque cabe la posibilidad de que las dos variedades no sean ya compatibles, ni puedan cruzarse.

Ahora que la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN) acaba de actualizar su "lista roja", los dos estudios abogan por catalogar al pinzón de Gran Canaria como especie peligro crítico de extinción, ya que la de Tenerife (ya presente en la lista), se encuentra en una situación más desahogada, con unos 16.000 ejemplares (según la última estimación) y un hábitat más extenso y mejor conservado.

Con carácter propio o como subespecie, el pinzón de Gran Canaria recibe desde 2015 el apoyo de los programas Life de la UE, que invertirán más de un millón de euros en cinco años para extender mediante la reforestación su hábitat, hasta ahora casi restringido a los pinares de la Reserva Natural de Inagua.