La labor de Aldeas Infantiles en Canarias va más allá de la simple atención a los niños desfavorecidos de las Islas, sino que comprende un amplio organigrama de locales en los que trabajan profesionales para que la persona necesitada no tenga nunca ninguna carencia. Su atención hacia las jóvenes con problemas es cada vez más amplia y completa y quizás por eso Aldeas Infantiles SOS Internacional fue galardonada el pasado martes con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia.

En España cuenta con ocho aldeas en Barcelona, Pontevedra, Madrid, Granada, Cuenca, Zaragoza y en las dos capitales canarias que atienden a 6.275 niños y jóvenes, y también financia otras quince aldeas en Iberoamérica y tres en África, que abarcan a 17.228 niños y jóvenes. En Gran Canaria trabajan cuarenta profesionales. Los ingresos provienen, por un lado, de las subvenciones en convenios con las administraciones; y de otro, de la participación de la ciudadanía, de personas que simpatizan con el proyecto y deciden convertirse en colaboradores.

El director territorial de Canarias, Javier Perdomo, explica que Aldeas Infantiles trabaja con espacios que van de las escuelas infantiels que atienden a niños de un año de edad, hasta hogares a los que llegan menores de cuatro o cinco años. También hay un centro de día para cualquier edad, además de programas para jóvenes o de acogimiento familiar coordinado con el Centro de Atención del Menor. "Aquí trabajas el tema de la prevención ya que nosotros intentamos que el niño no pierda el cuidado de sus padres. Por eso es un trabajo también preventivo", señala. "Trabajamos en todas las Islas, pero Gran Canaria es el punto de encuentro. Las familias vienen derivadas de la Dirección General del Menor, de las unidades del Cabildo o de las municipales".

Al tratarse de niños que no pueden estar temporalmente con su familia, desde Aldeas Infantiles se sigue trabajando con los padres con el objetivo de que aquellos problemas que pudieron existir en la separación de los dos progenitores también desaparezcan. "Siempre que no exista una orden judicial, nosotros creemos que lo mejor que le puede pasar a un niño es volver con su familia", afirma. "Y ahí sí que tenemos un programa con diferentes profesionales con los que llevamos trabajando desde hace tiempo. E intentamos seguir con ellos para ir garantizando esa recuperación total".

Cuando los niños salen del colegio, acuden a estos espacios de trabajo en los que permanecen hasta las siete o las ocho de la noche. "Hacen una merienda fuerte, se van con las actividades hechas, y cuando se les deja en sus casas han realizado una serie de ejercicios que puedan ayudar a que el niño no empeore su situación".

Para Perdomo, el trabajo con las familias es fundamental. "A nosotros nos interesa que nos intenten ver como una red de ayuda, ya que no estamos para juzgar a nadie, simplemente para ayudarles, y el objetivo es que puedan entender que nosotros podemos formar parte de lo que antes era una red social que existía en los barrios o en las familias, y que compensaba este déficit, ya sea económico, de atemción, etc., intentamos hacer esa compensación". De este modo, Aldeas Infantiles le puede ofertar a la familia desde un psicólogo, hasta un especialista en habilidades parentales, escuelas de padres, etc. "De hecho, ahora tenemos ahora un programa con madres jóvenes de Jinámar donde la línea de trabajo es ayudarle en sus responsabilidades o competencias como madres, pero también es un programa de desarrollo personal para que ellas crezcan en autoestima y empleabilidad. Es un aspecto difícil, ya que primero tienen que sentirse persona. Y tenemos que conseguir hacer algo para que lo genere". Según el director territorial, el mejor recurso que tienen es "la propia persona", y por eso su propósito es conseguir potenciarla "para que pueda salir adelante y triunfar en lo que se proponga en su vida. Porque a lo mejor ha sido todo por falta de oportunidades".

Aldeas Infantiles sigue incluso en contacto con esos niños, si estos lo desea, ayudándolos cuando ya pasan la adolescencia. "Ahora mismo, de los chicos que han crecido en aldeas, hay algunos que quieren seguir estudiado porque quieren tener su carrera y no tienen medio", aclara. "A esos jóvenes los ayudamos, y ahora mismo tenemos como 22 mayores de 18 años becados que siguen formándose".

Proyección

Otro aspecto fundamental es la proyección internacional que cada vez va creciendo más en la ONG. "Desde Canarias tenemos muchos contactos con Senegal y en verano hacemos campos de verano. En Tenerife hay una granja-escuela en la que nos reunimos todos los jóvenes de Las Palmas y Tenerife en verano", subraya. "Ahora mismo hay 90 personas, que trabajan desde la 7 de la mañana hasta las tres de la tarde, y entre los cuales se encuentran jóvenes que han venido de Senegal, Argentina, Colombia, Brasil, Alemania o Italia, que simplemente se enteran y quieren participar". En este campamento, que recibe el nombre de Ecoaldea, se hacen diferentes talleres donde los jóvenes trabajan en el tema de la bioconstrucción, terapia con animales, agricultura sostenible, audiovisuales, cocina, etc. "El trabajo compensa", señala Perdomo, "porque los jóvenes quieren participar, volver y repetir, porque lo hacemos en dos turnos y desgraciadamente hay tanta demanda que no podemos coger a todos los que nos piden". En esta ecoaldea, en la que realizan sus talleres era un espacio abandonado y sin usar que, por parte de los componentes, ya sea jóvenes o monitores de Aldeas Infantiles, se ha ido rehabilitando durante más de doce años y convertido ahora en toda una granja-escuela.

Las actividades que se desarrollan en este campus de verano están muy directamente relacionadas con el cuidado y atención del medio ambiente. "Como se hace con jóvenes de todas partes del mundo, se ha quedado como un punto de encuentro con el tema de la educación medioambiental y sostenible", afirma Perdomo.